L a consigna del Museo de Cosas Raras, que es privado y está en Rivadavia al 1000 en Pilar -encuentro de calles llamado Cinco Esquinas- es permanecer siempre abierto, y lo hace de domingo a domingo, de 9 a 21. Mientras los museos de muchos pueblos tienen horarios impredecibles y disímiles, que suelen frustrar el interés de viajeros de paso, este acopio que concretó el ingeniero agrónomo Gustavo D. Urroz es una muestra permanente.
El propio director del museo suele acompañar las visitas guiadas, que en un espacio no muy generoso concentra 5800 objetos relacionados con los usos y costumbres del pasado, además de utensilios y aparatos que sirvieron en los últimos 100 años, aunque algunos de mayor antigüedad datan de 1830.
Historias de remate
Urroz advierte que ninguna de las valiosas piezas que expone está a la venta. La aclaración se basa en la notoria actividad que practicó durante años y que algunos visitantes no desconocen: hasta hace poco resultó el más activo organizador de remates rurales (en total 438) en pueblos cercanos y por donde pasaron los muebles, enseres, adornos y vajillas de las propiedades más antiguas de los alrededores de Buenos Aires y sus campos aledaños, algo que lo vinculó con los coleccionistas más curiosos y por lo que descubrió las predilecciones de muchos personajes de diversa notoriedad.
Entre las 18 motos exhibidas (de su colección de 56 unidades), la pieza más preciada es una Triumph de 1908 (con la patente Nº 7, otorgada en 1924 por el municipio de Vicente López) que, como casi todos los motores y aparatos que se exhiben, está en perfecto estado y funcionamiento. A su vez, la moto más curiosa es una desarmable y pequeña que fue usada por paracaidistas.
Maestro, pero a la vez autodidacto en lo suyo, Urroz prefirió para su ecléctica colección un sistema que se parece más a un revoltijo expositor que al resultado de una ordenada metodología museológica. De esa manera, un día tórrido se puede evitar con sólo enchufar los distintos ventiladores de todas las épocas que están en repisas y anaqueles distantes. Lo ideal sería que en invierno pudieran usarse alguno de los 78 mates de todos los orígenes que se exhiben salpicadamente.
Los teléfonos (28 en total, entre ellos el primer Ericsson de 1890), aunque sin tono de discar, esperan ser descubiertos en lugares diversos, pero algunos podrían ponerse en línea. Uno de ellos perteneció a una estación de ferrocarril, al igual que no pocos aparatos que figuraron alguna vez en el inventario de estaciones desguazadas tras la anulación de varios servicios y líneas de otros tiempos. De aquella actividad, los faroles que agitaron los guardas suponen alguna nostalgia, aunque el más valioso aparato que se exhibe es un antiquísimo control de señales.
De todo
Viejos instrumentos musicales, primitivas máquinas de coser, escribir o lavar ropa conviven con una heladera norteamericana (de las que funcionaban con hielo repartido a domicilio) o los muy poco conocidos carteles enlozados de vieja data. No hay que pasar por alto las lámparas domésticas, que mantienen la llave del gas con que iluminaron sus casas los ciudadanos de fines del siglo pasado.
El testimonio de un pacto
Quizás el tesoro más preciado -el conjunto es invalorable- sea un grabado de la Virgen del Pilar, con más de siglo y medio de existencia, y que estaba entre las reliquias religiosas de una familia que las conservó: alhajó la primera iglesia de Pilar, a orillas del río Luján, y donde se firmó el famoso pacto de 1820.
Desde los juguetes de nuestros antepasados, la vajilla de la abuela, relojes, proyectores de cine mudo, trabajos de taxidermistas y algunas armas -que también tuvieron que ver con la vida nada fácil de entonces- hasta un televisor de principios de los años cincuenta, cuando la TV se inauguró con un transmisión de carácter político.
El ingeniero y ex martillero Gustavo D. Urroz admite que cuesta mantener el museo y, si es -como realmente lo es- una actividad bohemia, conviene en una etapa riesgosa para los negocios: dejó los remates a causa del tercer asalto que sufrió al regreso de sus ferias de ventas, en el que se produjo una balacera que hirió sus piernas.
La entrada al Museo de Cosas Raras cuesta 4 pesos y 2 la de los menores de 12 años. Se brinda información por el 0322-26118/29161. También se reservan visitas guiadas para escolares, con tarifa reducida.
Para llegar a las cinco esquinas de Rivadavia y Moreno, basta con cruzar Pilar en dirección de la salida de la ruta 28, o camino a General Rodríguez.
Francisco N. Juárez