
El blog cumple su primer año el 14 de febrero. Me acuerdo que el día que empezó sentía una ansiedad y unos nervios tremendos. Desde hacía semanas había estado organizando y pensando temas, analizando mi visión sobre varios aspectos de la moda, intentando mirar la vida en post, como dice una amiga escritora. Pero la verdad es que cuando el día llegó, no podía más que sentir abismos alrededor: escribir un blog, ahora lo entendiendo a conciencia, te expone muchísimo aunque no cuentes mucho de tu intimidad. Pero son tus palabras, tus ideas, tu forma de mirar el mundo.
Ese día estaba en Londres con la visita de mi hermana Maru, mi íntima amiga Luli y su novio Hernán. Manuel estaba en New York y mi cabeza sólo pensaba en el blog. Me acuerdo que por la noche sentía culpa por no darle a mis invitados la atención que quería. Era un nudo de sentimientos y presiones. No tenía idea de cómo sería la respuesta a este primer post, pero sí que quería ser lo más fiel a mí misma. Y salió, y con él un alivio grande y la enorme responsabilidad de mantenerlo vivo cada semana.
Los meses fueron pasando y el blog ya se había adaptado a mi vida tan cambiante por vivir arriba de aviones. Se convirtió en mi gran diario y en una directa conexión con Argentina, si bien hay lectores de todas partes y todavía me sorprendo cuando me escriben seguidores de tantos otros lugares. El blog es hoy para mí ese espacio donde me desconecto de mi vida cotidiana, puedo profundizar en temas que me encantan y nunca les había dado tanto lugar en la reflexión. Confieso que muchas veces se me nubla la mente y no me nacen temas rápido, pero vuelvo a confiar en que esta es también mi casita y que con relajarme y encontrar el silencio donde la inspiración nace todo es posible.
En el camino fui conociendo gente que admiro muchísimo. A muchos de ellos les dediqué en palabras públicas y escritas el espacio que ocupan dentro mío desde hace tiempo. Como cuando conté del día en que conocí a Almodóvar en el desfile Punk de Jean Paul Gaultier. Mi pasión por las carteras Goyard o la muestra de Alexander McQueen en Nueva York. Mis anécdotas simples de fin de semana, como el viaje a Windsor recorriéndolo a caballo o el esquí acuático en Punta del Este. Los casamientos de amigos en México, Lyon, India y Buenos Aires. También se me viene a la mente el nacimiento de Ramón, el hijo de nuestra intimísima amiga, el primer video que hice desde Nueva York y los tantos otros que siguieron, el terremoto en Japón, el viaje a Tokio para el desfile de Hermès, mi ansiedad por reencontrarme con mi familia y mis amigos en Buenos Aires para la Navidad... La adrenalina de los primeros sorteos. Hay veces que me emociono tanto como si yo misma fuera a ganarlos; el que más me divirtió fue el que hice sobre el carré de Hermès para el que tenían que usar mucho la imaginación y lograr una forma muy original de usarlo. Cuando el blog creció tanto y mi trabajo no me dejaba estar ni una semana entera en casa, opté por escribir dos veces por semana en lugar de tres y poder escribir post más intensos, incluso sumé el arte de Datrico y logré reunir más tiempo para tomar mejores fotos y editar los videos. Pienso entonces en el recorrido por mi colección preferida de zapatos, mis más IT, el homenaje a Amy Winehouse, mis queridos 22 años, mi encanto por la comida molecular y tantos, tantos otros post que aunque haya pasado el tiempo vuelven a mi mente una y otra vez y pienso qué podría sumarles hoy.
Simplemente, decirles a ustedes y a la revista OHLALÁ!: MUCHAS GRACIAS. Gracias por haberme acompañado en este año, por la paciencia y las recomendaciones, por la dedicación y el tiempo de lectura. Sin ustedes no tendría sentido. Y yo, muy feliz de seguir compartiendo mi vida y tantas anécdotas más.

En esta nota: