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De cómo hacer que los deseos se cumplan




Juan,
Tu último post me dejó un tanto sorprendida. Lo sentí espontáneo, como un escrito fluido que simplemente se vibra. Lo que sale desde las emociones, siempre sale bien.
Ayer vi la película The Giver (ni idea en castellano, la agarré en Netflix). Allí había un "dador" y su misión era sencillamente esa: conectar con el sentir, el emocionar, el amar, el recordar. A veces estamos tan concentrados en no decir lo incorrecto, que la corrección se vuelve absurda, desabrida, descafeinada.
Dicen que cuando un nuevo año comienza hay que hacer un balance.
Probablemente sea verdad.
Todos, creo que sin excepción, tenemos la esperanza de ser capaces de hacer una sincera revisión del año vivido y empezar el año que se viene con esa sensación de libro nuevo. Todo está por suceder. Pero la gran cualidad de esta obra, es que sus hojas están en blanco y nosotros debemos escribir la historia. Dependerá de nosotros que tenga más amor que pena, más comedia que drama, más acción que pesadumbre.
En estas fiestas, el disco de Floyd Wish you were here me acompañó mucho. Así que te dejo este gran tema para que sigas leyendo y después puedas cantar: "Come on you target for faraway laughter, come on you stranger, you legend, you martyr, and shine!"
Gracias por esta última carta tuya del 2015. Acompaña un año que fue enorme. No puedo describirlo con palabras. Fue tan malo. Fue tan bueno. Fue tan extasiado. Fue tan solitario. Estuvo tan lleno de amistad, de familia. Fueron tantos abrazos. Fueron tantas carencias. Tuvo tantas palabras de amor.
Fue como la vida. Puras contradicciones.
Un año de sencilla y compleja emoción.
Pienso en los días pasados y mi corazón desborda. Muchos sentimos así.
Y este año que viene, el 2016, será un año más intenso aún. Vivámoslo con todos nuestros sentidos.
El otro día, en una charla de amigas, hablamos mucho del tema de pedir deseos en año nuevo, en los cumpleaños, cuando vemos una estrella fugaz o encontramos un trébol de cuatro hojas.
Así somos, seres deseantes desde el primer instante que nuestro cuerpito respira en este universo.
De niña, pedía deseos fantásticos. Amanecer con alas y experimentar la sensación de volar, pedía por la máquina teletransportadora que te lleve en un segundo junto a los seres amados, sin importar cuan lejos estén. Que mi pote de helado nunca pero nunca se acabe. Pedía poder volverme invisible o levantarme con el poder de respirar bajo el agua.

Otro día, aún muy chica, entendí que eso de pedir deseos pasaba por otro lado. Entonces mis aspiraciones se volvieron humanas, posibles, o casi: buena salud para los que amo, que salga el proyecto tan anhelado por mi padre, que el chico que me gusta me quiera, tener una familia, tener hijos, terminar la facultad, ver sonreír lo más seguido posible a las personas que quiero, trabajar de lo que me gusta, que se acabe el hambre, las guerras………
Y hace muy poco caí en la cuenta de algo más. Existen los deseos que son esperanzas: como que un cuadro clínico irreversible, cambie. Existen los deseos que sólo funcionan colectivamente: que pare el hambre o la guerra. Y están los que refieren a la realización individual: como el amor correspondido, mejorar la calidad de vida, formar familia, realizarnos en lo profesional.
Por ejemplo, este año que pasó varias veces me preguntaron cómo llegué a trabajar de lo que quiero, lo que amo. Cómo logré que un lunes sea tan placentero como un sábado.
Ese logro alguna vez fue un deseo de año nuevo que se cumplió.
No es cuestión de suerte. No son milagros. No es un duende verde que sale por el mundo a cumplirlos por uno. En cualquiera de los casos, y sin excepción, para todos ellos hay que empezar, animarse, accionar, trabajar mucho, moverse, hacer, dar, romperse el alma.
Hay que caer mil veces y volver a pararse en todas. Siempre.
Esa es la única fórmula mágica que conozco.

No sé si alguna vez te conté mi caso. No tenía ningún contacto en la editorial para la cual trabajo hace años, ni en ninguna otra. O una amiga para llegar a este blog.
El día que supe que quería trabajar con libros y escribir, estuve todos los días de la semana mandando mi CV a por lo menos a cinco lugares distintos. ¡Por día, eh! Y eso duró meses y meses. Me puse a escribir para medios free lance online e iba a muchas entrevistas.
Un martes muy frío fui a hacer una prueba de escritura para una empresa de turismo. Tenía que redactar textos de 300 palabras sobre hermosas ciudades del mundo; lo tenía que hacer de tal manera que la persona que leyera sintiera la espuma de la cerveza en su boca, imaginara una danza exótica y sensual, se sintiera cohibido ante un paisaje gótico. Que quisiera estar allí. ¿El objetivo real? Venderle el alojamiento.
Me eligieron. Esa fue la primera vez que me pagaron por escribir. En esa experiencia conocí lugares del mundo en los que nunca estuve. Fue genial.
Tres meses más tarde, gracias a un currículum que había enviado nueve meses antes, me llamaron de la editorial.
Un nuevo capitulo de mi vida.
Es verdad que quizás haya gente que tiene contactos, influencias para acceder a lugares anhelados. Y está muy bien. Pero te aseguro algo: si no te apasiona, si no lo disfrutas, si no tratás de dar lo mejor de vos, es lo mismo que nada.

Por eso, aparte de desear que los que amo sean felices, que se acaben las guerras y que seamos una mejor sociedad, mi deseo para el 2016 es HACER, ACCIONAR, MOTIVARME y MOTIVAR.
Te deseo lo mismo.
¿Y sabés qué creo? Que no son deseos. Son posibilidades.
Sólo tenemos que hacer que sucedan.
Beso,
Cari

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