Gente, Nicolás y yo estamos "oficialmente" separados.
Anoche nos juntamos a hablar en un restaurante que queda acá a la vuelta. Nos encontramos directamente ahí.
Cuando llegué y lo vi sentado, hablando por teléfono supe qué era lo que iba a pasar esa noche. Lo sentí, no sé.
Básicamente, y para no repasar detalladamente la conversación (cosa que me estruja el alma hasta hacerme doler físicamente), lo que hizo fue proponerme que firmáramos un acuerdo de separación de hecho. Algo así como que él se fue de común acuerdo y no hizo abandono del hogar.
Me dijo que había que hacer las cosas de un modo prolijo, por los chicos, y cumpliendo todos los pasos.
Me propuso que fuéramos juntos a hablar al colegio para informarles la situación (tarde piaste, Nico, yo ya lo hice. Cuánto más tenía que esperar?) y cuando le respondí esto, osó ponerme cara de traste.
Volví a casa devastada, agotada, aplastada, pero, en un punto, aliviada.
Le temo mucho a la soledad, a enterarme de que está con una mujer, de que nadie nunca más se enamore de mí.
Le tengo miedo al día a día, pero más que nada, a la noche y su soledad.
No quiero confundir desesperación y celos con amor. No quiero arrepentirme de lo que estoy haciendo.
Soy un mar de dudas. Un mar de dudas, que se separó, de hecho.