La Patagonia, se sabe, es una gran proveedora de productos que nacen o se elaboran en la región. Como complemento de un viaje a Bariloche, por ejemplo, nada mejor que volver con alguna de las delicias que se pueden encontrar en varios sitios de la calle San Martín, llena de negocios de chocolates, uno de los productos emblema de la zona.
Se encuentra gran variedad de hongos, desde la delicada morilla, favorita de los cocineros, cuya particularidad es que no se puede cultivar y sólo se encuentra en estado silvestre (lo que hace que su precio sea elevado), y el de pino, que aparece en otoño y se ofrece seco todo el año.
Las gírgolas, tiernas y sutiles, han entrado con fuerza en el mercado nacional después de que varios emprendedores de distintas localidades, como El Bolsón y El Hoyo, comenzaron a cultivarlas. Y la preciada trufa negra, de precios astronómicos en todo el mundo, empezó a producirse con gran éxito en Trufas de la Patagonia, un emprendimiento situado en Viedma.
Los ahumados son otra especialidad de la región, y algunos tradicionales productos están en supermercados de Buenos Aires, como los conocidos Familia Weiss. Pero se encuentran también los de pequeños ahumaderos familiares, que guardan como preciado secreto la fórmula que aportará diferentes sabores a carnes y pescados que pasan por este proceso, donde el aporte de distintas especias tiene un papel protagónico.
Los chocolates artesanales de Bariloche son el infaltable souvenir para traer de regalo o paladear en su lugar de origen. Fenoglio es la marca más conocida, pero han aparecido otras como Mamushka o La Abuela Goye, muy recomendadas por los golosos nativos, que brindan todo tipo de chocolates y deliciosos bombones.
Muchos de estos productos se pueden encontrar también en El Turista y Al Humo, ambos locales sobre San Martín.
Imposible pasar por alto los buenos vinos patagónicos, que tienen ya un lugar dentro de los más apreciados del país. En Patagonia Vinos y Wine Bar Club se catan y eligen las mejores etiquetas que produce la región.