Hoy a la tarde tenemos la consulta de admisión con la psicóloga a la que fuimos la semana pasada.
Tengo mucha ansiedad. Ya no sólo es "que no sea nada", no. Ahora se transformó es "quiero saber qué tiene para poder ocuparme del asunto".
Los tiempos, como me explicó esta buena mujer (que debo decir, me encanta, pero no será quién se ocupe de Luján, en caso de necesitarlo), son largos. Hay que tener paciencia y no desesperarse.
OK, gracias por el consejo, pero cuesta un Perú.
Toda las noches voy al cuarto de mi hija, la miro dormir.
Les dije que es divina?
Tiene las manos de bebé, todavía, con hoyitos en los nudillos. Tienen las cejas siempre despeinadas, y 5 tonos más oscuras que el pelo. Parece una galleguita.
Te acaricio la cara, la nariz (de enchufe, dice Marcos. Luján tiene nariz de enchufe), porque es tan mínima que sólo se le ven los agujeritos, mi vida.
Me relajo mirándola y sabiendo que todo va a salir bien. Que uno hace lo que puede, no?
Pero después me meto en la cama y qué es lo que tienta a todos los fantasmas cuando estamos por dormir? Por qué todo es más grave antes de conciliar el sueño? De verdad, me gustaría entender, por qué si a las 4 de la tarde mi discurso y mente estaban llenos de raciocinio, luego, a las 12 de la noche soy una bola de terrores?
No les pasa eso de apagar la luz, cerrar los ojos y pensar en los problemas y que estos parezcan muy peores que un rato antes?