Cuando Max se puso su disfraz de lobo le entraron unas ganas irresistibles de hacer travesuras; pero intentar comerse a su madre fue demasiado. "!Eres un monstruo!", le gritó y evadiendo una dentellada lo mandó castigado a la cama, sin cenar. Pero, ya en su cuarto, Max notó una extraña transformación: empezó a aparecer un bosque, cada vez más tupido y agreste, y luego un océano, sobre el cual navegó hasta llegar a la Tierra de los Monstruos.
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