Publicado por Silvio.
Con una mirada bien de economista, y con las vivencias que me ha dado hasta aquí esta experiencia de convivencia, podría decir que hay 2 aspectos básicos en que las finanzas del hogar se dirimen.
El primero, del que ya hemos hablado hace unas semanas , es el del "funding" (perdonen los que no aprecian que aparezcan palabras en inglés, pero en esta disciplina sucede frecuentemente): quién pone cuánto y cómo se dividen los ingresos del hogar conjunto. Como ya dijimos, nosotros lo vivimos relajadamente y sin mucha planificación.
El segundo tema, que tampoco es menor, es el de los "expenses": en qué se gasta, con qué criterio, dónde, y con qué frecuencia. Y ahí también aparecen las diferencias de criterio.
Yo soy un tipo bastante racional y de aplicar el sentido común, y en ese sentido, cuando voy al supermercado normalmente tomo decisiones producto a producto, sin mirar de una manera alocada el precio o cuánto da hasta ahora la cuenta de lo que tengo en el changuito, tomando más bien los productos de rango medio y gastando un poco más en aquellos donde sé que me hace una diferencia especial tenerlos (la cerveza que más me gusta, algún buen fiambre y los espectaculares nuevos alfajores que imitan a mi golosina preferida de la infancia: los alfajores Suchard).
Silvia, por el contrario, es más extrema: compra para varios productos el más barato (segundas, terceras, cuartas marcas que a mí no se me ocurriría comprar) mirando exclusivamente el precio, y después se gasta buena parte del total en 5 ó 6 productos que le encantan, normalmente importados, unos "lujitos". A veces abro la alacena y digo "¿de dónde salió esto?" y otras se me hace agua la boca (sí, uso esa expresión en 2012 así como alquilo películas y escucho música en CD). Igualmente, debo decir que lo llevamos con bastante tranquilidad y que no recuerdo haber discutido ni una vez por qué comprar y qué dejar de comprar.
En los viajes, sucede algo similar: yo trato siempre de sacar pasajes bien baratos (aun si implica hacer alguna escala de más o llegar en un horario medio incómodo o levantarse a las 4 de la mañana para tomar algún tren) o ahorrar un poco en el hotel, pero siempre insisto en viajar, considero que es la mejor forma de gastar los ahorros. Silvia, o bien viaja "apropiadamente" (sin hacer esfuerzos locos ni tomar transportes arriesgados y, sobre todo, priorizando un hotel "lindo", cómodo y que le genere confianza) o directamente prefiere no hacerlo. La única vez que fuimos a Europa, por ejemplo, yo estaba como un frenético mirando horarios de trenes y combinaciones y ofertas de hostels baratos para hacer algún viaje relámpago ida y vuelta a Amsterdam, y ella pensaba en destinar esa plata para tener 1 noche romántica en un hermoso hotel de París.
En lo que sí coincidimos y seguramente coincidan muchos de ustedes, es que cuando vamos a cenar, buscamos los lugares con descuento de alguna tarjeta de crédito o débito y, cuando estamos listos para pedir la cuenta (no podía dejar de mencionarlo justo en este espacio), casi al unísono preguntamos "tienen Club La Nación?"