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El antiguo Camino Real

Aire apacible: pueblos de casas coloniales, con patios interiores, que decoran el antiguo camino al Alto Perú y llenan páginas de historia.




CORDOBA.- Es insólita. A muy pocos kilómetros de la ciudad pujante, una ruta conserva la traza que exhibía cuando los criollos se comunicaban a diario con el Alto Perú.
En pocos kilómetros, los capítulos más ricos de la historia cordobesa pueden palparse por intermedio de un tramo del recorrido que realizaron los conquistadores y comerciantes desde hace más de 400 años.
El paseo se traduce en antiguas estancias, templos e iglesias que, en muchos casos, obra de los jesuitas, fueron construidas en el período que va aproximadamente del 1599 al 1767.
La mayor parte de ese rico patrimonio histórico se encuentra en las localidades que actualmente se erigen sobre el trazado del antiguo Camino Real que unía Buenos Aires con el Alto Perú, aunque otros puntos del territorio también exhiben, orgullosos, sus reliquias.
Una forma práctica de abordar este recorrido es tomando la ruta nacional 9, rumbo al Norte, desde la capital provincial. A sólo 50 kilómetros de Córdoba y en medio de una zona rural próspera está Jesús María, que fue asentamiento de los jesuitas allá por 1618 y que hoy ostenta como legado la estancia donde funciona el Museo Nacional Jesuítico.
En los antiguos claustros de esta bellísima construcción se conservan piezas de alto valor arqueológico e histórico, vestimentas religiosas y una importante colección numismática, medallística y de imágenes religiosas con más de 25.000 piezas, pertenecientes no sólo a la orden de Loyola y sus seguidores.

Armas y conjuras

Desde Córdoba antes se da con la Casa Histórica de Caroya, una estancia que perteneció al presbítero Ignacio Duarte y Quirós, donde funcionó, en 1814, la primera fábrica de armas blancas del Ejército de la Independencia.
También es un hermoso casco de estancia cuya construcción data del 1616 y hoy es un monumento histórico y sede del Museo del Inmigrante. Hasta la expulsión de los jesuitas, fue una de las estancias económicas que el grupo religioso desarrolló para el mantenimiento de los establecimientos educativos de la capital mediterránea.
Cuatro kilómetros al norte de la Estancia de Jesús María (el Museo Nacional Jesuítico) está la histórica Posta de Sinsacate, cuyos orígenes están ligados a la presencia de los jesuitas en esa zona.
El paisaje se completa con una pequeña capilla que en su parte frontal tiene una amplia galería a la que dan todas las habitaciones que en aquella época eran utilizadas para el descanso de los viajeros. Allí funciona un museo rural que tiene valiosos elementos, entre carruajes, armas y obras de arte colonial.
El próximo eslabón, tras recorrer diez kilómetros, es Barranca Yaco, el paraje donde el 16 de febrero de 1835 fue asesinado en una emboscada el caudillo Facundo Quiroga, pero que no presenta ningún atractivo paisajístico.

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por Redacción OHLALÁ!


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