"La sensación mágica de un velo movido por el aire." Así define Rudy Ricciotti, uno de los arquitectos que desarrolló la flamante sala de arte islámico del Museo del Louvre, a la estructura ondulada de cristal y aluminio que ahora cubre el patio Visconti. Es, posiblemente, el cambio edilicio más notorio desde la instalación de la pirámide. La obra, iniciada hace ocho años, alberga unas 15.000 piezas de la colección y 3400 préstamos permanentes del Museo de Artes Decorativas de Francia.
Las primeras piezas de arte islámico en el gran museo parisiense eran de la Colección Real. Luego, a medida que crecía la atracción de los franceses por la cultura árabe –en el siglo XIX, a partir de la incursión de los ejércitos de Napoleón en países como Egipto–, las adquisiciones se incrementaron, hasta tal punto que en 1893 se creó la Sección de Arte Musulmán en el departamento de Artes Decorativas del museo. Ahora posee una de las más ricas colecciones de arte islámico del mundo y un ala exclusiva, con obras como alfombras del siglo XVI, empuñaduras de dagas del siglo XVII, un recipiente de marfil tallado en el año 968 y una escultura medieval iraní que muestra la cabeza de un enigmático príncipe, entre muchas otras.
La construcción de la sala, diseñada por Ricciotti y Mario Bellini, costó unos 100 millones de euros.