Ayer era tarde y con El Chico veíamos en silencio por la tele a la gente que caminaba despacio. Calladísima, me apoyé sobre su hombro y seguí mirando la pantalla, siguiendo la respiración que hacía que el pecho se inflase y desinflase de forma apenitas perceptible. Pero yo podía verlo perfectamente. Le apoyé una mano y la dejé ahí apoyada, subiendo y bajando con su respiración; enseguida el puso su mano encima y la dejó ahí, agarrando la mía. Después se acomodó para que estuviésemos más cerca y me dio un beso en el pelo. No sé en qué momento nos quedamos dormidos y esta mañana, cuando lo miré, creo quede dejó de ser El Chico, hoy a la mañana fue Mi Chico.
Y en el mismo momento en que me di cuenta, me alegré y me asusté, todo junto.
Mientras tanto, acá en la agencia, Pedro está un pasito más cerca de Gran Jefe. No se entiende muy bien la movida, creo que ni Pedro la entiende, pero si miro para arriba y veo su cabeza, hay bastantes más plumas que ayer. El dice que sigue siendo indiecito. Veremos.
Buen fin de semana para todos.