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El extraño caso de una carta en Dubai

De manera casual, en un viaje descubrió que protagonizar una película vinculada con su vida era un viejo sueño




El año último viajé a Dubai con Anahí Berneri, directora de la película Encarnación , para participar de su presentación en el festival de cine de esa ciudad. La película se había exhibido en mucho otros festivales, incluso viajamos al de San Sebastián, donde obtuvo el Premio de la Crítica Internacional, y cuando nos llamaron para presentarla en Dubai, Anahí me llamó para preguntarme qué me parecía ir hasta allá: teníamos dos días de viaje y la estada no sería muy larga.
Le dije que sí, que seguramente iba a ser una experiencia lindísima, y la única oportunidad -al menos para mí- de conocer un lugar así, ya que no es un destino que elegiría por iniciativa propia.
Así que nos pagaron unos pasajes en business y viajamos muy cómodas. Cuando llegamos al aeropuerto estaba todo preparado y nos recibieron muy bien. Ya de madrugada, nos trasladaron al Medinat Jumeirah Resort, un complejo gigantesco compuesto de palacios árabes suntuosos. Desde el lobby del hotel hasta las habitaciones nos llevaron a través de los jardines en unos carros parecidos a los que se usan en los campos de golf.
Las habitaciones tampoco eran comunes, sino apartamentos muy lujosos que parecían pequeños palacetes. Tenían un balcón espectacular desde donde se veía la piscina, un muelle y un montón de palmeras. Era como una gran escenografía en medio del desierto.
Después de haber viajado dos días, con los cambios de horarios ya no sabíamos en qué fecha estábamos y nos sentíamos muy cansadas. Había mucho silencio y una vez en mi habitación tuve una sensación extraña, de infinita soledad.
Entonces saqué de mi valija un altar que siempre llevo conmigo, el incienso, la vela, y justo cuando estaba tomando el portarretratos de Sai Baba se me cayó al piso y se rompió en veinte mil pedazos.
De entre todos esos vidrios asomaba una hoja de papel oculta hasta entonces, que enseguida tomé del piso y empecé a leer sin poder salir de mi sorpresa, ya que se traba de una carta que yo misma había escrito a Sai Baba -no sé cuándo porque hasta el día de hoy no me acuerdo-, en la que le pedía hacer una película que tuviera que ver con la historia de mi vida.
Todavía no puedo creerlo, ya que si no se me hubiera roto el portarretratos, hasta el día de hoy no me habría enterado de tamaña coincidencia, puesto que el personaje de Encarnación tiene muchísimas similitudes respecto de mi vida personal y laboral. Y me dio como un escalofrío...
Justamente, la película que íbamos a presentar cuenta la historia de Encarnación, una mujer de mi edad a la que le pasó el cuarto de hora y trata de ver cómo seguir adelante en el medio artístico, y para lograrlo debe hacer frente a un montón de situaciones directamente vinculadas con mi carrera. Quizás Encarnación no había sido tan famosa como yo, pero a lo largo de la historia vive situaciones que he conocido muy bien, como cuando estaba en pleno auge de mi carrera, llegaba a un estreno y todo el mundo me seguía para sacarme una foto. Y una vez que pasó el furor estaba en un estreno y nadie me daba bola. Ese tipo de cosas.
Pero lo más notorio es que todo aquello que le sucede a Encarnación también está vinculado a mi vida personal y familiar. En la película, la protagonista se va al campo donde se festejará el cumpleaños de su sobrina, y allí queda en evidencia toda la indiferencia y la marginación que sufre por parte de su hermana y su cuñado. Casi la historia de mi vida.
Por Silvia Pérez
Para LA NACION
La autora es actriz

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