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El parque custodiado por los cóndores

A los pies de los Andes se despliega un paisaje magistral que pinta de verde el verano, con aguas que corren hacia el Pacífico y cerros adornados con nieves eternas; un destino para escapadas inolvidables




ESQUEL, Chubut.- Vaya a saberse cuál es elpunto de encuentro exacto entre un parque nacional del Sur y las tierras adyacentes. La escasa población que hay a ambos lados de la línea divisoria y el viento que sopla constante del Pacífico sólo demuestran que se trata de un paraje perteneciente a la Patagonia.
Igualmente, unos pocos signos de desarrollo, como un puñado de vacas, la tala de bosque de cipreses o el funcionamiento de un establecimiento minero como el del valle del río Percey señalan que el Parque Nacional Los Alerces hasta ahí no llegó. Del otro lado, los guardaparques recorren con olfato de perro guardián que nadie arranque una flor o dañe un árbol milenario protegido.
Tanto al este como al oeste de la frontera de la reserva natural, el paisaje parece tomado de una obra de Van Gogh. De suaves siluetas en lo bajo y abruptas cimas en lo alto, como el cerro Torrecillas. De lagos irregulares y ríos caudalosos, verde esmeralda, como el Frey. De aire fresco, puro y de cóndores que se juntan de a tres, cinco o doce para desplegar su vuelo inalcanzable. De costados esteparios o laderas verdosas, de musgos de altura o comunidades tupidas de caña coligüe. No obstante, no todo es virginidad dentro del Parque Nacional Los Alerces. El lago Amutui Quimei (Belleza Desaparecida) mantiene, en el nombre, la queja de su condición artificial. En el mismo tiempo que Esquel y El Bolsón se repoblaban de bohemios y hippies, una sucesión de lagos encadenados se perdía bajo el proyecto de una represa. "Eran unos lagos bellísimos... Realmente. Ya no quiero pasar por allí porque me da tristeza. Se los conocía como lagos Situación", recuerda Andrés, un viajero incansable de la Patagonia.
Fuera del parque, el polvo vuela a prisa y sin pausa. La cercanía con la estepa expone la vegetación a condiciones climáticas extremas. No es que dentro del parque no existan marcas térmicas por debajo de cero, pero la alta humedad hace que un manto de nieve circunstancial de verano vaya a parar a la copa del frondoso bosque subantártico antes de bañar por completo el sobretecho de una carpa o la cubierta de una cabaña andina. A medida que la estepa avanza, la humedad disminuye y de la corriente del Pacífico sólo pasa el viento porque las nubes se disuelven.
En la franja próxima a los Andes, la geografía se combina a la perfección. No sobra un árbol, una montaña, los lagos tienen la forma más agradable que la era glaciaria pudo generar. "Parece un paisaje prestado", dice una aventurera.

Imágenes perfectas

"No sé. Todo es demasiado perfecto. Montañas preciosas, aguas cristalinas, lagos azules. Los sitios están limpios. De pronto, un manto de nieve sobre la cima de los cerros, una pradera en flor. Atardeceres mágicos. Nada rompe la perfección." El Parque Nacional Los Alerces tiene sesenta años. Posee 265.000 hectáreas y su objetivo de creación fue la preservación del alerce, una especie que en los bosques del lago Menéndez alcanza los 3000 años de existencia.
Si es un horizonte extenso como el del mirador en el sendero camino al lago Krüger, la vista se desliza por encima de las cumbres más características del cordón de las Pirámides. "Ir a esa cadena resulta muy complicado. Una vez hicimos la aproximación a las Pirámides con un grupo de andinistas saliendo del río Stange, uno de los afluentes del lago Krüger, y la ruta resultó escabrosa, pero fascinante a la vez", comenta Pablo Castiarena, experimentado guía de montaña de la ciudad de Esquel.
El parque preserva, para sí, áreas sobre las cuales es imposible dar cuenta. Una franja de tierras intangibles se extiende pegada a Chile. Es la cordillera de los Andes y, por disposiciones reglamentarias, se trata de impedir que los excursionistas se acerquen hasta allí. No hay senderos claros ni señalizados para llegar ni se otorga el permiso correspondiente.
En la oficina de Informes de la Intendencia del Parque Nacional Los Alerces, se dan datos sobre las travesías que pueden realizarse, como la del lago Krüger o la caminata al Alto El Dedal. El verano comienza el 21 de diciembre. También en el Sur. Pero parece que finaliza un mes después porque la mayoría de los visitantes se desplazan a Los Alerces entre el Año Nuevo y el 31 de enero.
Parques Nacionales, ante semejante desborde de personas en el primer mes de las vacaciones, toma precauciones para evitar desequilibrios ecológicos. Luego, en febrero y, especialmente, marzo, la tensión afloja un poco, los campings están semivacíos y la región luce más natural. "No es fácil distinguir quién puede actuar con responsabilidad -advierte un guardaparques-. El ambiente que protegemos es muy delicado."
Para los amantes de la pesca, las épocas presentan desafíos de captura disímiles y Los Alerces y los ríos aledaños gozan de prestigio internacional para la práctica deportiva.
Febrero encuentra a los ríos en el cota justa para intentar con la pesca de mosca artificial o dry fly. Finalmente, marzo y abril, dos meses de ensueño en Los Alerces, es cuando las mañanas y los atardeceres se ponen bastante más que frescos y el tiempo en que los peces salmónidos están más rellenitos que nunca. Las caminatas son en esta comarca chubutense de primera categoría. Afuera del Parque Los Alerces existe la posibilidad de cruzar el cordón Rivadavia desde el río Percey hasta la orilla oriental del lago Futalaufquen, un sistema de montañas pisado por primera vez por el Perito Francisco Moreno en 1879: "Empezamos a trepar las serranías del Oeste, por la senda que conduce a la región de los baguales, que describe Musters. Me proponía encontrar un camino que cortase las aguas que descienden al Pacífico y llegar a Nahuel Huapi por la región precordillerana cuyas montañas bauticé con el nombre de Rivadavia, usando del derecho de primer visitante..., y regresar a Tecka..."
Los Alerces es un buen lugar para estar por más de una semana. Hay áreas de acampe, libres y organizadas, para alternar, hay buenas hosterías y cabañas. Hay excursiones lacustres por el Futalaufquen y el Menéndez hasta donde están los alerces milenarios; se puede pescar, hay cerros de mediana dificultad para subir, como el Alto El Petiso, caminos para recorrer en bicicleta y ríos en los cuales navegar sin motor.

Algo de historia

La comarca adyacente al Parque Nacional Los Alerces, el valle del río Percey al sur de Esquel, comenzó a poblarse a fines del siglo XIX, cuando el gobernador de el Chubut, Luis Jorge Fontana (responsable de la conquista del Gran Chaco entre 1875 y 1884 y uno de los pocos que participaron tanto en la exploración de los territorios nacionales del Sur como del Norte, además de Fotheringham, Seelstrang, Ramón Lista, entre otros), condujo a los colonos galeses a ocupar las tierras fértiles cercanas a los Andes, ya habiéndoseles terminado la repartición de parcelas en el río Chubut Inferior.
La presencia india, esencialmente tehuelche y sin huellas en la actualidad, la aparición de los primeros estancieros a principios de siglo, la llegada del ferrocarril a través de la trochita, la instalación de los galeses y el crecimiento de la ciudad de Esquel son la antesala de Alerces y se preservan fuera del límite del parque.
Traspasando la frontera, donde la característica portada de madera anuncia la jurisdicción de Parques Nacionales, la naturaleza seduce con los milenios del alerce y la condición intangible que muestra, un poco lejos de los ojos, desde el borde oriental hasta la cordillera de los Andes.
Andrés Pérez Moreno

Postales naturales

Nada hay para destacar en Los Alerces, porque todo sobresale. Los sitios de belleza intermedia o poco pintorescos son inexistentes.
El interés por preservar los más notables bosques de alerce impulsó la creac ión del parque.
Estos árboles, cuya madera es muy valiosa, crecen lentamente y eso impide proyectar reforestaciones que otorguen rápido resultado.
El conjunto brinda imágenes inolvidables de la región andinopatagónica y forma parte de las múltiples atracciones del Chubut, particularmente para los mochileros pues tienen la posibilidad de realizar caminatas y explorar la flora y fauna de interesantes características en la zona.

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por Redacción OHLALÁ!


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