El pasado siempre asoma en las calles de Budapest
Más de 40 años de comunismo dejaron huellas en la arquitectura urbana de una ciudad que, en paralelo, se distingue cada vez más en el mundo de la moda y el diseño. Entre las capitales más atractivas de Europa del Este, aún no ha sido modificada por el turismo
2 de mayo de 2010
BUDAPEST.- A veinte años del cambio de régimen, Budapest es uno de esos lugares del mundo donde aún se puede vivir la atmósfera del comunismo. Aunque la ciudad lucha por renovarse y despegarse de ese pasado detrás de la Cortina de Hierro, las marcas urbanas están presentes en cada rincón.
Pueden ser los vagones amarillos del viejo tranvía que recorre la orilla del Danubio, los trolebuses azules que circulan por el centro de Pest, un bloque de enormes edificios monocromáticos, una placa conmemorativa de la fallida revolución de 1956, una antigua estación de subte o hasta una cabina de teléfono. El cambio trajo consigo, además, una explosión de grafitis que convierten a la Budapest poscomunista en una ciudad tatuada. Son símbolos de un pasado que busca reciclarse en un país moldeado sobre la base de una mezcla de nacionalidades, ocupaciones y guerras.
Dos o tres días alcanzan para conocer los principales atractivos turísticos de Budapest: la zona del castillo de Buda, la Ciudadela en la cima del monte Gellért, el centro de Pest, la avenida Andrássy, el Parque de la Ciudad y alguno de los baños de aguas termales (ver recuadro). Una estada mayor deja lugar a alguna escapada, por ejemplo al lago Balaton, ideal para la temporada de verano. A pasos de Viena (240 km por autopista) y de Praga (550 km), Budapest es la mejor opción para conocer una ciudad más real y no tan turística. Es ideal para visitar todo el año, aunque sus habitantes reconocen que es aún más bella en primavera.
"Hungría fue un país comunista por 43 años y 133 días", comienza la charla Gabor Nagy, guía de Freebudapest Walking Tours. Durante la visita guiada, dedicada a desentrañar símbolos del pasado, Gabor mecha información dura con anécdotas de su vida y recuerdos de aquella época. "Hay dos etapas, los años duros en los años 40 y 50, seguida por tres décadas mucho menos estrictas", agrega.
Cada rincón de Budapest -que es resultado de la unificación de Buda, Pest y Obuda, en 1873- esconde un pasado dispuesto a descubrirse. La caída del Muro también dejó su huella en la arquitectura urbana. Las fachadas revelan dos ciudades: en la planta baja la moderna y más colorida Budapest, con tiendas, bares y restaurantes, dando paso a una monocromía en tonalidades marrones y grises en los pisos superiores.
Un buen lugar para entender un poco más el pasado rojo es Memento Park ( www.szoborpark.hu ), espacio único en el mundo que reúne las megaestatuas soviéticas que alguna vez habitaron las calles y avenidas húngaras. Este año, por el 20 aniversario del cambio de régimen, hay visitas guiadas especiales. En la tienda se pueden conseguir los Ushanka, clásicos gorros de piel con la estrella o publicidades de aquella época.
Incorporado a la Unión Europea en 2004, el país aún lucha por conseguir una economía fuerte, mientras la mayoría de los ciudadanos vive en un clima de nostalgia por aquella Gran Hungría. Y eso se nota en las calles: en Praga la gente festeja la caída del Muro y la Revolución de Terciopelo, pero acá no hay celebraciones similares. Según una encuesta del Pew Research Center, dos tercios de los húngaros creen que hoy están peor que durante el socialismo y no están satisfechos con la forma en que está funcionando la democracia.
Pero, a la par, son también los jóvenes los que rompen con este sentimiento dando nuevos usos y formas a antiguos edificios comunistas. Corvintet ( www.corvinteto.hu ), por ejemplo, es un bar en la terraza de lo que fue una de las tiendas más populares durante el socialismo, un exponente de esta nueva tendencia de reciclaje histórico. Una vieja fachada esconde uno de los lugares de moda con una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad y música alternativa. Lo retro hoy es lo nuevo.
Blanco y negro
Más allá de cierto desánimo colectivo y quejas constantes por la corrupción política, según la última encuesta de Economist Intelligence Unit (EUI), Budapest es la mejor ciudad para vivir en Europa del Este, aun antes que sus vecinas Praga, Bratislava o Varsovia. El ranking tiene en cuenta más de treinta factores, entre los que se encuentran la estabilidad, la cobertura de salud, la cultura, el medio ambiente, la infraestructura y la educación.
En simultáneo, poco a poco Budapest va pisando más fuerte en el mundo del diseño convirtiéndose en capital de la moda en Europa central con eventos como la Semana de la Moda en abril y octubre.
Una vez por mes, más de cien diseñadores locales se concentran en la feria WAMP ( www.wamp.hu ), dentro del Club Gödör ( www.godorklub.hu ), uno de los refugios alternativos más concurridos sobre todo en verano, cuando cientos de mesas se ubican en la plaza Erzebet, popular punto de reunión de skaters.
"Cada vez más la gente local reconoce el valor de la creatividad en prendas y objetos. La ciudad tiene el potencial para convertirse en una capital del diseño. Las energías creativas se abrieron en los últimos años y eso se comprueba en muchas nuevas especialidades en las universidades", detalla András Varga, consultor de prensa especializado en moda y uno de los organizadores históricos de WAMP.
Otro imprescindible para los amantes del diseño, aunque ya en el circuito de las grandes marcas, es la avenida Andrássy, en Pest, que concentra las tiendas más exclusivas como Armani, Burberry, Dior, Dolce&Gabanna o Louis Vuitton, y el majestuoso edificio de la Opera de Budapest. Aquí corre una de las más pintorescas bicisendas de la ciudad, paralela a la orilla del Danubio, del lado de Buda. Aunque lejos de Amsterdam o Barcelona, Budapest es una buena ciudad para moverse en dos ruedas.
Andrássy es señalada por el parecido con la porteña Avenida de Mayo, lo mismo que la calle Alkotmány, cerca del imponente Parlamento húngaro, que fue usada como locación en la película Evita, de Alan Parker. Varias escenas fueron filmadas en una Hungría disfrazada de Buenos Aires. Si se observa con detenimiento la escena del funeral de Evita se pueden observar carteles con caracteres húngaros.
Diversos rincones urbanos se eligieron, además, para recrear espacios de Londres, Roma o París. Pero, lejos de ser una ciudad de cuento, Budapest es el lugar ideal para conocer una capital real y en constante metamorfosis. Un espacio ecléctico donde conviven el antes y el después.
Por Gabriela Manuli
Para LA NACION
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Todo el año, aguas termales en baños nuevos o centenarios
Los baños en Budapest merecen un capítulo aparte y son una de las principales atracciones turísticas tanto en invierno como en verano. Rudas es el spa turco más antiguo del que se tiene conocimiento, con casi 500 años. También hay noches con fiestas electrónicas en las cuales el dress code es un traje de baño y un par de ojotas ( www.cinetrip.hu ). Un gran cambio si se tiene en cuenta que Rudas fue hasta hace algunos años un balneario exclusivo para hombres. Hoy, hay días especiales: martes sólo para mujeres, viernes y sábado uno y otro sexo. Széchenyi es uno de los complejos de aguas termales más grandes de Europa elegido por turistas de todo el mundo con piletas cubiertas y al aire libre (también disponibles en invierno). Otra de las opciones es Szt. Gellért, que abrió sus puertas en 1918 y hoy cuenta con trece piletas junto a un hotel cinco estrellas, en medio de colinas y parques de Buda. St. Lukács es un punto de encuentro del mundo artístico local y sede de un prestigioso Centro de Fisioterapia y Rehabilitación. Varios spa ofrecen descuentos en diferentes días: Dagály (lunes), St. Lukács (martes), Dandár (miércoles), Szt. Gellért (jueves) y Csillaghegyi (viernes). La lista se puede consultar en el sitio www.spasbudapest.com/tartalom.php
Alma de tango
En la Budapest poscomunista, bailar tango es parte de una nueva tendencia en movimiento. Todas las noches hay una milonga en un lugar diferente y una decena de profesores reparte su tiempo en las academias que se abrieron luego de la caída del Muro en este país de Europa central.
"No es que la danza estuviera prohibida de forma explícita en aquellos años, pero lo cierto es que así funcionaba en la práctica. Tampoco había ningún tipo de ayuda estatal o subvención. Casi lo único que existía era el folklore o algunos bailes de salón", explica Lazlo Budai, uno de los profesionales que comenzó a incursionar en el baile rioplatense por estas tierras y que también enseña for export.
Péter Stefanics y Michalina Patrzalek organizaron hasta febrero de este año la milonga de los domingos en el cine Urania, hasta que decidieron partir por un tiempo a Buenos Aires. Para ambos, el baile es parte de sus vidas: "Aunque el tango es argentino en sus orígenes, pertenece a todos aquellos que entienden su estructura y sentimientos. Los porteños nacen escuchando a Gardel y, aunque acá es menos orgánico, eso no quita que se sienta casi de la misma manera. Es verdad que en la década del 90 los norteamericanos o europeos bailaban distinto, pero en los últimos años la gente cada vez viaja más a Buenos Aires y el estilo es mucho más homogéneo".
El calendario tanguero ( www.milonga.hu ) es variado y hay opciones para todos los gustos, aunque las milongas son las elegidas por jóvenes menores de 35 años. Endre Szelghami es el organizador de un nuevo proyecto de flashmob tangueros, performances al ritmo del 2x4 realizadas en forma sorpresiva y convocadas vía Internet. "Mis amigos me dicen que soy un tango geek", se ríe de esa mezcla entre bailarín y fanático de las nuevas tecnologías.
También la ciudad cuenta con la Orquesta Típica Budapest, fundada en 2005, que suele tocar en el escenario de Tango y Alma, la milonga más antigua, que funciona hace doce años los miércoles en el Centro Cultural Budavári.
DATOS UTILES
Cómo llegar
- Aéreos: desde Buenos Aires, las tarifas parten en los 1750 dólares, con dos escalas e impuestos incluidos.
Dónde dormir
- Hotel Sissi: tres estrellas, está en un punto estratégico de la ciudad y en una calle tranquila. La suite Sissi, en homenaje a la emperatriz del Imperio Austro-Húngaro, es ideal para una noche romántica (150 euros). Angyal utca 33 (Distrito IX). www.hotelsissi.hu
Dónde comer
- Stand bistro: un lugar para degustar tanto platos típicos húngaros como cocina fusión en un ambiente de diseño. Una buena opción es aprovechar los almuerzos ejecutivos que se ofrecen de lunes a viernes, a partir de los 5 euros. Sas utca 3 (Distrito V). www.standbistro.hu
- K leves: un buen sitio para comer especialidades húngaras o judías en un ambiente relajado y popular entre locales. Para evitar largas esperas conviene reservar antes. Un plato principal, como pato o ganso, está alrededor de los 8 euros. Los martes y sábados hay conciertos de jazz. Kazinczy u. 35 (Distrito VII). www.koleves.com
Otros
- Museo del Terror: un paseo en el tiempo para entender un poco más sobre la idiosincrasia húngara y los efectos de las invasiones nazi y soviéticas. Entrada: 6 euros, descuentos para ciudadanos de la Unión Europea, estudiantes y mayores de 70 años. Andrássy Avenue 60 (Distrito VI). www.terrorhaza.hu
- Freebudapest, tours pedestres: recorridos guiados que trabajan con un sistema de propinas y no de tarifas fijas. Los tours son en inglés, pero ofrecen una hoja de ruta en español o francés. El punto de encuentro es en la fuente de la plaza Vörösmarty. Ofrecen un tour general (todos los días, a las 10.30), uno comunista (lunes, miércoles y viernes, a las 15.30) y el Jewish Quarter, que recorre espacios culturales, históricos y religiosos de la comunidad judía en la ciudad (martes, jueves y sábado, a las 15.30). www.triptobudapest.hu