Mi hijo más chico tiene una capacidad fantasiosa muy grande.
Está convencido de que los insectos y los animales lo entienden y que él los comprende a ellos. No le importa si tiene 4 o 6 patas, todo ser vivo es plausible de ser adoptado como mascota.
Los famosos cienpies que trajeron del campo empezaron a morir (ah! estuve investigando y no, estos no muerden! eran chiquitititos. Los que muerden son los grandes (que dicho sea de paso, qué feos son!)), se empezaron a enrollar y yo sugerí que quizá era hora de liberarlos.
Lucas empezó con que no quería, que los quería mucho y demás lamentos, pero finalmente logré convencerlo de que era lo mejor para ellos. Los fue a dejar al jardín del edificio y mientras lo hacía les preguntaba "¿van a volver? Mamá, hablame como los cienpies. Decime que van a volver", y yo tenía que usar una voz finita y decir algo así como "no te preocupes, vamos a comer y algún día venimos a visitarte". Se quedó tranquilo.
Yo no sé si incentivarle esto es bueno. No logro darme cuenta. Es muy chiquito y me gusta hacerle creer que el mundo es bueno. Ya va a tener tiempo de descubrir por sus propios medios la neutralidad que hay en casi todos los asuntos.
Me dice "mirá! esta mariposa me quiere!" (por una polillita que se le queda parada en la mano) y yo le digo sí, porque vos la tratás bien.
¿Qué quiero inculcarle? Bueno, que si él respeta lo más probable es que lo respeten. Pero, ¿es así? ¿Está bien?
Estoy un poco perdida con este chiquito. Tiene cosas muy especiales que yo no veo en ningún niño de su edad. Comprende (o eso parece) a la naturaleza de otro modo y a veces me cuesta mucho estar a la altura.
Tiene problemas de socialización con sus compañeros de colegio. ¿Tendrá todo lo que escribí más arriba algo que ver con ésto?
En un punto sé que tiene una dificultad para relacionarse. Lo que no sé es si yo estoy ayudándolo a adaptarse o profundizándola aún más.