En algún lugar creo que puede ser pudor, no el físico que se pasa rápido, otro, el que te genera el exceso de intimidad. Esa persona que conocés de memoria de repente en circunstancias tan distintas a las de hace tantos años y a la vez, exactamente lo mismo. Como un vértigo en la boca del estómago que se me pasa de a ratos y vuelve de repente. Anoche, por ejemplo, que me levanto para ir al baño en la mitad de la noche y lo veo ahí durmiendo. Abrió los ojos al mismo momento en que yo lo estaba mirando (supongo porque me moví para levantarme) y cuando me vio, guiñó un ojo y siguió durmiendo. Me agarró un ataque de risa. Creo que me puse colorada y rodé para el otro lado para que no me viera. Edad mental: doce. Lo único que falta, treintañera sonrojada en bolas con un hombre en la cama. No pega.
Ojo que a Pedro le pasa algo parecido, eh. No es que el ande wow, qué bien la manejo, que canchero que soy. Lo encuentro que me sigue con la mirada mientras preparo el desayuno como si estuviese haciendo una obra de ingeniería complejísima y cuando lo agarro mirándome, baja la mirada y se ríe haciendo no con la cabeza.
Así andamos, como dos tarados. Me pregunto si será normal la cosa.
El día lo transito "en Babia" (*), como diría mi madre. Y por ahora, no pienso volver.
(*) Se me ocurre meterme a investigar la expresión. Miren lo que encuentro: parece que Babia existe nomás y es una localidad en España en la que los reyes de León se refugiaban para alejarse de los problemas. Cuando los súbditos preguntaban por el rey, se les decía que "estaba en Babia". http://www.microsiervos.com/archivo/mundoreal/estar-en-babia.html