RESISTENCIA.- Poco conocida aún por el turismo y descubierta por aventureros que toleran algunas incomodidades con tal de poder palpar su ambiente, del que han tenido noticias por referencias de pobladores y viajeros, la región del Chaco húmedo en su parte más intrincada es uno de los espléndidos paisajes del Nordeste. Allí, se combinan las selvas en galería con el bosque denso, los riachos, lagunas y esteros.
Entre los altos palmares, los cuerpos de agua parecen cubiertos de abundante vegetación que muchas veces semejan praderas fértiles que tientan a hundir los pies.
Para quien busca internarse por esta región tropical sin alejarse mucho de lugares poblados, pero sin perder intimidad y el sabor de la aventura, a sólo 18 kilómetros de Resistencia se halla la estancia Laguna Corá.
Se trata de un establecimiento que conserva muchos de sus paisajes originales inalterados y que ha abierto sus puertas a turistas, sin demasiada preocupación por el confort; lo importante es disfrutar del paisaje.
En Laguna Corá, quien ame dedicarse a observar los diversos ecosistemas y hábitats naturales numerosas especies faunísticas está de parabienes. En la zona, se han contabilizado cientos de aves, y no es raro encontrar yacarés y monos.
Aventuras en carpa
Laguna Corá tiene instalaciones modestas; por este motivo el alojamiento más usual es en carpas, con servicios sanitarios básicos a disposición de aventureros acampantes.
Para la actual temporada, se habilitarán los dueños de la estancia habilitarán varios ambientes: dos habitaciones con dos camas cada una para quienes deseen mayor comodidad.
Generalmente, las visitas se extienden de uno a tres días; dos en la estancia recorriendo la laguna que da el nombre al establecimiento y realizando caminatas con guía, en compañía de un baqueano, don Bodo, hábil conocedor de la zona y de lugares donde se está libre de algún encuentro inoportuno con alimañas.
Para llegar a la parte más densa de la selva se navega por uno de los riachos con la divertida recepción de sus habitantes más simpáticos, los monos carayá. Familias numerosas de carayás chillan, se descuelgan de los árboles y juegan con los visitantes arrojándoles ramitas y hojas, y a veces otras cosas.
La canoa tiene que abrirse paso entre la intrincada vegetación, sorteando raíces, tallos y hojas de camalotes y repollitos de agua.
Bajo el calor del sol
Un alto en la navegación puede significar dos cosas: el avistaje de algún animal o la esperada vianda provista de sándwiches, ensaladas y frutas; los jugos están siempre a mano para reponer líquidos, ya que si bien la época de visita es el otoño entrado y el invierno, en la zona, de día el sol suele calentar bastante.
Por este motivo, es muy útil llevar sombrero, sin olvidar el abrigo para las noches frescas; las botas de goma ayudan a disfrutar más de la experiencia en suelos que son anegadizos y es imprescindible llevar el repelente de insectos.
Por la noche, don Boldo lleva en camioneta a quien se anime a andar por un rato a los saltos y barquinazos por el terreno. Es posible que en las partes menos accidentadas y aguzando mucho la vista se pueda descubrir al atajacaminos, ave de hábitos nocturnos que se mimetiza fácilmente con el suelo.
Ya bien entrada la noche, aguarda la comida de campamento: un pastel de carne, fideos, frutas, acompañada por historias del lugar y las experiencias de los aventureros.
Una excursión organizada de tres días a Laguna Corá cuesta 320 pesos, con todo incluido, el traslado desde Buenos Aires en micro, alojamiento, comida, excursiones. Para mayores informes, llamar spor el 803-6532.
Fotos: Alicia Terradas
Información
Para más información, la Casa de la Provincia del Chaco atiende consultas al teléfono 374-6531.
Alicia Terradas