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En primera persona

Clase turista: experiencias de viajeros argentinos en el Sudeste asiático




Demian Busina (29, Lic. en Publicidad)
"Recorrí durante 33 días Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam, entre febrero y marzo de 2008, junto a mi novia. La ciudad que más me gustó fue Luang Prabang, en Laos, parece detenida en el tiempo. La que menos, Hanoi en Vietnam, por ser exactamente lo opuesto. La mejor anécdota fue en Bangkok, cuando alquilamos un tuk-tuk para recorrer los puntos principales de la ciudad. Nuestro chofer era un adolescente fanático de Tévez, que se alegró al saber que éramos argentinos, y señaló con emoción el techo, que tenía pegado un póster del jugador. Un consejo: el viajero siempre puede ser blanco de estafas, así que hay que ser precavido y dejar una cuota de desconfianza ante el primer saludo amistoso de algún local."
Lucrecia Da Representacao (35, Licenciada en Comunicación Social)
"Recorrí Tailandia y Vietnam en 2011. Un consejo: llevar dólares de la nueva emisión porque los viejos no los aceptan en ninguna parte.
"Me encantaron el norte de Tailandia y Hanoi. Allí visité el Mausoleo de Ho Chi Minh, que tiene una serie de rituales muy singulares. Desde lejos se impone una impactante construcción de corte soviético, hay que circular estrictamente por una calle particular y formar una larga fila disciplinada. La fila avanza lenta y silenciosamente de a dos personas. A medida que uno se acerca al ingreso el silencio gana la atmósfera hasta entrar a un edificio frío, con luz tenue donde hay que subir por unas escaleras y, de repente y sin aviso, te encontrás con una escena casi dramáticamente teatralizada donde habita el cuerpo momificado de Ho Chi Minh custodiado por cuatro guardias e iluminado con luz blanca y fría... Se te congela la sangre mientras pasás apenas unos segundos delante del cuerpo del líder comunista."
Betina Akselrad (49, Lic. en Ciencias de la Educación)
"Estuve en Vietnam con mi marido durante enero de 2011. Como consejo para quienes quieran visitar el país, recomiendo recorrerlo todo, para apreciar los diversos paisajes: zonas rurales con sus arrozales y cafetales, y zonas urbanas con los mercados, la vida cultural que es riquísima. Pero además, contactarse con la gente que, a pesar de la barrera idiomática, es hospitalaria y generosa.
"La mejor anécdota fue en Sapa, un pueblo de montaña al norte, en el límite con China. El micro nos dejó en el pueblo y allí nos esperaba una jovencita Kmonks que nos guiaría por los caminos de montaña atravesando los arrozales. Nosotros fuimos bien equipados, pero era un día lluvioso y cuando la guía nos recibió, miró el calzado y nos dijo que fuéramos al mercado a comprar botas de lluvia. Nosotros nos negamos frente a la tecnología de nuestras zapatillas de trekking, para caminar los 20 kilómetros que teníamos por delante. La joven aceptó nuestros argumentos y a los quince minutos de caminata, en camino fangoso y con lluvia, las patinadas no se hicieron esperar. Por fin a un poblado..., ¿y qué ofrecían allí? Botas de lluvia para los turistas ingenuos. Finalmente resultaron maravillosas y así pudimos disfrutar del resto de la travesía."
María de los Angeles Novillo Almada (41, cocinera étnica y viajera nómada)
"Entre 2002 y 2005 recorrí India, el Tíbet, Nepal, Bután, Tailandia, Laos, Camboya, Vietnam, Malasia, Singapur, Indonesia y China. Mi mejor consejo es dejarse llevar por los usos y las costumbres locales, aprender sin juzgar. Viajar es educarse, expandir los horizontes y practicar la humildad.
"En Tailandia, terminado un curso de rescate en buceo en la isla de Koh Tao, decidimos con amigos ir a trepar rocas a Krabi. Pernoctamos en la localidad de Khao Sok, que tiene gigantescas formaciones rocosas -algunas de más de 400 metros-, llenas de cuevas. Luego de alojarnos en unas casas contruidas sobre árboles -sin luz, pero con lámparas de querosene-, un niño ofreció llevarnos a unas cuevas de difícil acceso, con ayuda de rapeles y sogas, y resultó una magnífica experiencia. El único detalle: el suelo estaba cubierto de guano -desecho producido por el techo de murciélagos que teníamos sobre nuestras cabezas-. Por la noche, ya en nuestra habitación en lo alto del árbol, decidimos abrir las ventanas por el calor. Una vez en la cama y cubiertos con un mosquitero, disfrutamos del show de murciélagos que entraban y salían aprovechando los insectos. El sonido de la jungla fue el arrorró perfecto para cerrar un día soñado."
María Celeste Moreno Saranz, con sus amigos Ignacio Bottini y Daniel Konig (25, estudiantes universitarios)
"Viajamos por Tailandia en 2008; una gran experiencia. Llegamos a Bangkok a las 3 AM, nos bajamos del taxi asustados y la primera impresión no fue buena; la ciudad, sucia y caótica. Después descubrimos la diferencia entre el movimiento, el smog, la humedad, el ruido, y los templos, de una paz radiante, como dos mundos en uno. Partimos al norte en tren y anduvimos por la selva en elefante. Seguimos por las playas del sur, recorrimos Ko Phangan de punta a punta y fuimos a la famosa Full Moon Party, llena de extranjeros. Fue una de las mejores experiencias de nuestras vidas."
María Isabel Molina Pico (27, profesora de español para extranjeros)
"Estuve en Indonesia, Laos, Tailandia y Vietnam en 2011, dos meses. Hanoi nos resultó muy exótico: las calles estrechas y las construcciones altas y angostas, al estilo francés. La gente muchas veces come y pasa su tiempo libre en la vereda, y cruzar la calle es toda una aventura. Nuestra estada coincidía con el Año Nuevo Chino, y la ciudad era una locura de eventos y adornos de rojo y amarillo. Una noche salimos a comer a una pizzería de buena pinta con unos amigos. Todo estuvo bien hasta que llegó la hora de dormir: tuvimos que turnarnos para usar el baño con la peor descompostura del mundo? Pude recuperarme con una pastilla antivomitiva que una médica del cuarto vecino me dio. Pero mi amiga terminó internada por deshidratación en un hospital internacional. Supusimos que, por la festividad, el suministro de comida estaba atrasado y posiblemente nos dieron comida con ingredientes viejos."

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