Hay algo que tiene el final de abril, año tras año, los cumpleaños de mis dos íntimas amigas, el 26 y el 29 respectivamente y yo luchando con el tiro balanceado. Porque es así, en diciembre me doy cuenta de que el aire acondicionado necesita ese gas que le meten y busco desesperada un técnico y en abril ando traca traca con el magiclick de mi tiro balanceado que no hace chispa y nunca logro encender. Le doy a ese botoncito hasta ensordecer con ese ruido a chapa y la llamita salvadora nunca aparece. Hasta ayer las cosas estaban bien pero esta mañana ya se me complicó bañarme y salí enfundada en una mega toalla en la cabeza y otra más en el cuerpo y temblé todo el camino hasta mi cuarto (bueno, tampoco es tanto el trecho) y una vez ahí me volví a meter abajo de las frazadas hasta recuperar temperatura. ¿Por qué me habrán hecho tan friolenta y tan poco hábil con los aparatos domésticos? Las 6.45 am es un horario muy ingrato.
Ahora bien, me espera la gran caza del gasista matriculado y tener todo invadido con ese olor a estufa recién encendida durante un día.
Olor a invierno, eso es.
Cada estación con sus olores y sus rubros.
Y yo, una inepta en todos.
Buen fin de semana para todos. Que haya sol!