Algunas veces, cuanto más quiero recordar algo, más me traiciona la memoria.
Quiero acordarme de cada segundo de la noche del viernes (y la del sábado) y sólo me vienen imágenes pero sin orden cronológico. Entonces, tengo que hacer como con esos jueguitos de jardín en los que tenés que ordenar los cuadritos para completar la historia, darle "coherencia". Aunque lo que menos tuvo fue eso, coherencia.
Pedro me pasó a buscar a las 9 y media, así tal cual me había avisado. Me vestí, obviamente. Como no tenia ni idea el programa salió el caballito de batalla ni muy muy ni tan tan, negro y tacos con más atención al pelo y al make up.
-Si total la mayor parte de la noche lo que más te miran es la cara. Y después, cuando las papas queman a quién le importa lo que tengas puesto si total vuela todo, ¿no?
Mara. Consejos útiles de último minuto.
-Callate nena. ¿Jean o pantalón negro?
-Lo que salga mas fácil.
Inútil pedirle que coopere, estaba más nerviosa que yo con el programa.
Retomo. 9 y media puntual. Holas y besos de rutina, llegamos a su casa.
-¿Vamos a tu casa?
-Sh, me olvidé tu regalo.
Ahí fue el primer "sh" de la noche. Cerró la puerta del auto, me agarró de la mano, callado, ni me habló los 15 pisos de ascensor pero tampoco me soltó la mano. Abrió la puerta, la terraza con montones de velas por todos lados y la mesa puesta afuera. Quesos, vino, música. Me soltó la mano para abrir el vino, se acerco con dos copas, me dio una y puso cara muy seria, tanto que me asusté.
-¿Pasa algo?
-Sh...Mirá, no me la hagas muy difícil porque vos sabés más que nadie que esto me cuesta un huevo. Ya está, yo estoy. Le di vueltas al tema, hace meses y siempre volvía a eso de "no la quiero cagar"...
-¿Qué cosa, a mi? Cagar con qué?
-Esto, la amistad ponele, esto que decimos que tenemos. Bueno, ya está, sabemos que no es así y bueno, ya me fui de la agencia, ya resolví todo lo que había por resolver. Yo estoy. Eso Sofi...
Creo que me acerqué y el beso se lo di yo. Tenía una cara de preocupación tan grande, estaba tan serio que si no me acercaba podía explotar. Fue un beso de esos en lo que corrés riesgo de desarmarte, de esos desesperados y creo que hasta se me juntaron unos lagrimones que no salieron.
Nunca comimos. A las 2 y media de la mañana con un hambre imposible salimos al balcón con las velas todas consumidas y atacamos los quesos, la ensalada, el vino. Hacia frío ya así que estábamos con mantas sentados en las reposeras mirando hacia el rio que no se veía.
Esa noche dormimos juntos y nos levantamos a las 11 todos enredados para desayunar.
Con Pedro.
Así.
Hace dos días que me levanto con el al lado mío.
Y no lo puedo creer.