He notado que en diferentes posts me dejan comentarios sobre mi vida más íntima, de la que realmente suelo hablar muy poco. Analizando estos comentarios, junto al intenso ritmo de vida sano y profesional que llevo, parecería que no tengo vida más allá del trabajo. Pero no es así. Si bien es cierto que tengo muy poco tiempo libre, que estoy casada, que me gusta estar en casa y que son muchas las horas que paso arriba de aviones, ¡tengo veintidós años!, jamás me olvido de esto, y además me gusta disfrutar de la vida y relajarme.
Me divierte mucho ir a fiestas con mi marido y con amigos. Quizás no lo hago tan seguido porque muchas veces priorizo descansar o no estoy en el país en donde se celebran. Me refiero a fiestas que son especiales, exclusivas en cuanto a que van mis amigos y conocidos, poca gente, lugares atípicos y con consignas que salen de lo común. Muchas, sino la mayoría, son temáticas y ésta es la parte que me divierte a más no poder. Además de pasar un momento junto a gente querida que veo cuando yo y ellos nos hacemos huecos, el outfit para estas fiestas es todo.
Al pensar en este post me di cuenta de que estas reuniones también me divierten porque de la misma manera que cuando era más chica y tenía que vestirme para un evento me enloquecía con el famoso "¡qué me pongo!", hoy son estas consignas y temas que se le ocurren a quien hace la fiesta las que a veces me hacen correr en busca del atuendo ideal o del detalle que quiero tener.
Digo todo esto porque creo que para estas fiestas nunca hay que copiar al pie de la letra lo que dice la invitación como tampoco disfrazarse, a menos que se aclare que es una fiesta de disfraces, pero tengo la sensación de que esa onda ya pasó. La moda, la moda de profundidad y quienes hacen honor de ella, como fotógrafos, diseñadores, modelos y estilistas consagrados, está plagada de intelectuales, de bohemios que llegaron muy alto por su mente y espíritu creativo. Así que estas fiestas se parecen más a las de antes, las de los intelectuales de las letras, el arte y la música, o de los nobles de principios del siglo XIX, a las fiestas Niza. No son un circo para ver quién fue con quién o quién se puso qué. De ahí también su exclusividad.
Volviendo al tema outfit, más allá de todo, una mujer no tiene que perder la elegancia y personalidad por cumplir con la consigna, por ende tiene que sentirse cómoda con lo que vaya a ponerse. Y creo que la regla también aplica a hombres. Es triste percibir a alguien que se siente fuera de sí con lo que lleva puesto...
El lunes por la noche estuvimos en la fiesta de Moet and Chandon Etoile para festejar los 30 años de carrera de Mario Testino en el Park Lane Hotel. El dress code era los años 30’. Elegí que me vistiera mi estimado Jean Paul Gaultier. Un vestido inspirado en esta década de color metalizado, largo hasta los tobillos y muy justo al cuerpo. Llevé una cartera negra para cortar tanta monocromía y darle un toque roquero, que me fascina y que fue muy bien con un par de zapatos de Christian Louboutin. Me divirtió poner mucho foco en el peinado, a lo Greta Garbo pero considerando que yo soy bastante más lacia, así que casi no tuve ondas pero sí la raya al costado y muy tirante hacia atrás con la cara despejada. El maquillaje, tal como lo hacían en los ’30: empezaba a usarse el delineador negro para los ojos, sombras amarronadas y un tono de base bastante tostado. Los labios beige y las uñas mate color piel.
La fiesta fue una alegría. Me pude ver con Mario en un ambiente más relajado y hablar de bueyes perdidos. Además de haber trabajado con él en varias oportunidades, le tengo cariño, así que no podía dejar de ir su fiesta. No dudé en cambiar pasajes y tomar el tren desde París a Londres, si bien tengo que volver mañana. Admiro a Testino porque brilla por su profesionalismo y por la persona que es. Trabaja con grandes, fotografió y fotografía a Todos, pero nunca se olvida de su Lima querida.
Con Sebas Kaufmann
Primero fue una comida en la que había íntimos, como Anna Wintour, Sienna Miller, Christopher Bailey, Douglas Booth, Amanda Harlech, Charlotte Tilbury... Y después llegó la música. El ambiente era tan cálido y divertido que nos quedamos bailando hasta tarde con mi íntimo amigo Sebas Kaufmann, Kate Moss y su marido Jamie Hince.
Fue una fiesta como las que me encantan: temática, pero entrañable. ¡Salud, Mario!
En esta nota: