Me gusta flotar en la colchoneta, boca abajo, leyendo mi libro con el vaivén de las olitas que se arman cuando alguien se tira de cabeza en la otra punta. Me gusta que El Chico venga nadando por abajo del agua y me encaje un beso empapado en el cachete y hacerme la enojada y que lo reto porque me moja el libro cuando en realidad me muero de amor.
Me gusta reírme a carcajadas en esas mesas largas de amigos y mirar alrededor y pensar que hay noches de verano perfectas y esta es una de ellas. No quiero que se termine. Quiero seguir andando por la vida en ojotas el resto del año.
Me gusta pedir pizzas a la noche y preparar bandejas enormes para comer en la cama mirando los Oscars a pesar de que sé que me voy a quedar dormida (indefectiblemente) antes de cualquiera de los premios importantes. Y me gusta escuchar al Chico de fondo que se levanta a cerrar todo, lleva la bandeja a la cocina y finalmente apaga la tele y se duerme al lado mío.
Me gustó mi fin de semana así sencillito como vino. ¿Se nota?