Doy vueltas en la cama durante toda la noche y termino enredada en las sábanas como un panqueque. Esta mañana no me podía despertar. Abro los ojos y el primer pensamiento es siniestro; darme cuenta que había mandado ese mail era la peor pesadilla. Corro a la máquina, la enciendo. Abro. Enviar y recibir, una, dos, tres veces. Por supuesto que mi máquina no entiende de ansiedades y sigue su curso como cualquier mañana. Hago click en Herramientas y veo dos mails entrando. Uno es de Álvaro. Trago saliva.
Álvaro contestó. A punto de escupir el corazón por la boca, respiro hondo. ¿La primer desilusión? Tres o cuatro lineas. No más. Lo copio textual.
Sofía
No sé muy bien qué decirte. Creo que estaba todo bastante claro entre nosotros y que no había necesidad de todo ésto. Veo que me equivoqué. No se trata de que hayas caído en mi "pole position" ni nada como el estilo como ponés vos en tu mail. El tema es que conocí a alguien y estoy muy bien y ya no vamos a poder vernos.
Te dejo un beso grande,
A
Le faltó agregar algo así como "fue bueno mientras duró". Lo releí varias veces más para comprobar lo que decía. Resistí la primer lágrima que ya estaba asomando y me fui a la cocina a preparar un café que sabía que no iba a tomar porque las náuseas eran insoportables. Fantaseé con tomarme el día. Imposible, dos presentaciones con clientes y un almuerzo.
¿Quién se cree que es éste diciendo que "todo estaba bastante claro entre nosostros"? ¿Claro, qué? Creo que lo odio. Miro el reloj. Ocho y cuarto.
-¿Cata? ¿Estás saliendo? Ayer le mandé un mail. Contestó...
Lo increíble de tus amigas es que no les tenés que explicar nada. Yo digo "Mandé mail" y Cata ya sabe exactamente a qué me refiero. A veces la adoro.
-¿Para qué le mandaste un mail? ¿Qué pone?
-Nada, que está saliendo con una mina y que creía que estaba todo bastante claro entre nosotros y que ya no vamos a poder vernos…
Lloré hasta las 9 menos cuarto. Cata me fue guiando por el guardarropas para que me vista y vaya a la oficina. Casi como esas dos inglesas de A&E, Trinny and Susanah, las de ¡No te lo pongas! Para completar me puse unos anteojos de sol gigantes que me compré el año pasado en New York. Son tan grandes que te tapan casi toda la cara. Ideales. Lo que menos necesito es que me anden preguntando qué me pasa.
Inevitable. En la oficina Pedro me ve y me saluda con un ¡Qué caripela, nena!
-Hoy no. Después te explico.
Decido ahogarme en el trabajo. Si trabajase en Mc Donald´s hoy me nombrarían empleada del mes y estaría mi linda cara empapelando las carteleras.