Ganaron un premio a la mejor hamburguesería y duplicaron su facturación
17 de diciembre de 2019 • 16:47
Alejo Perez Zarlenga, creador de Williamsburg.
El mundo de la gastronomía fue, casi sin buscarlo, el espacio que le permitió cumplir su sueño a Alejo Pérez Zarlenga (31). Siendo un total "outsider", como se denomina él, terminó conquistando los paladares porteños de la mano de su hamburguesería estrella, Williamsburg. Aunque el final del cuento es feliz, para llegar hasta este presente tuvo que pelearla. Acá te contamos cómo lo logró.
Historia de fracasos
Alejo se recibió de periodista y desde chico convive con una dualidad interior: le encanta el periodismo, pero también lo atraen los negocios. Nunca estudió nada relacionado a lo empresarial porque no hizo falta; todo se le dio de forma natural, intuitiva. Terminó el colegio en Estados Unidos y esa estadía lo hizo notar que en el país del Norte estaba emergiendo una movida que en Argentina podía funcionar: los Food Trucks. En 2012, con todas sus energías focalizadas en eso, decidió emprender junto a un amigo y armó su camión de venta de panchos. Fue uno de los primeros y relata que en ese entonces en el país no había ninguna regulación que los ampare: "En los negocios no es una virtud llegar muy temprano; a veces es un problema. No había legislación, no había gente que produjera los camiones, era como un proceso de evangelización más que un negocio. Fue súper fracasado a nivel económico, laburamos dos años y nunca ganamos plata", recuerda Alejo.
Oportunidades en puerta
Esa primera experiencia, además de aprendizaje, le abrió un camino. "Otra particularidad de ese emprendimiento era que, si bien nos iba mal, los medios se hacían mucho eco. Esa situación mediática hizo que nos pudiéramos hacer un nombre en un mundo que no era el nuestro, así empezamos a conocer a gente ‘pesada’ en el rubro de la gastronomía, gente que tenía posibilidades de darnos más visibilidad o una oportunidad. Así fue que conocí a los que hoy son mis socios en Williamsburg. Ellos son más grandes, son operadores gastronómicos hace años y yo me dediqué a lo que sé hacer: armar una marca, posicionarla. La sociedad tenía lógica, éramos un buen complemento", explica y cuenta que hasta llegar a este punto nunca bajó los brazos, trataba de llevar adelante lo que quería hacer, se seguía reuniendo con gente para intentar armar algo, siguió moviéndose, porque estaba seguro de que si se metía en una oficina se terminaba todo.
Inauguración
En 2016 abrió las puertas el primer local de Williamsburg, en la calle Armenia. Estuvieron más de nueve meses en obra y ese tiempo les permitió moldear lo que se venía. Primero captaron un diferencial: en ese momento ya había mucha competencia en el rubro que querían competir y los vecinos, cuando consultaban en qué se convertiría esa obra, exclamaban: "¡otra hamburguesería más!". Ahí, en esa frase, detectaron el potencial. El primer slogan fue, entonces, "otra hamburguesería en Palermo", la primera gran llamada de atención. El siguiente paso fue el diseño de los locales, cada uno tiene características muy marcadas, con el acero y la madera a la cabeza. No buscan locales fotocopiados; quieren que cada uno apunte al tipo de público que lo visita sin perder la esencia. "Vos entrás a un local de Williamsburg y si bien son distintos uno del otro te das cuenta, por la materialidad, que es la misma marca, aunque sean diseños diferentes. Las piezas únicas de diseño tienen un valor grande para lo que nosotros queremos hacer, respetar la identidad marcaria, pero logrando que cada local es una experiencia diferente", detalla Alejo.
De todas, la mejor
No tardó mucho en ser un éxito. Gracias al boca en boca, todos los meses iban creciendo sus números. En el noveno mes, cuando ya tenían una clientela afianzada y les iba bien, pasó algo. Alejo habla del valor de la suerte cuando cuenta que, en 2017, el gobierno de la ciudad decidió premiar por primera vez a la mejor hamburguesa de la Ciudad, cosa que nunca había hecho y nunca volvió a hacer: "Ganamos nosotros por voto popular, no lo esperábamos, fue una sorpresa grande. A partir de ahí en un mes se duplicó la facturación. Fue una tormenta de gente. La premiación fue al mediodía, a la tarde estaba la noticia en las ediciones online de los diarios y a la noche había una cuadra y media de fila. Es espectacular que te pase eso, pero si no tenés una estructura te funde. A partir de ahí llegó la expansión, la demanda pedía otro local porque estaba explotado el de Armenia, abrimos Paseo de la Infanta en febrero de 2018 y para marzo de 2019 ya teníamos en funcionamiento 4 locales más".
Un nombre con personalidad propia
Los carteles con una tipografía grande dan cuenta de lo grandioso del nombre. Es largo y es "complicado" de pronunciar en cierto punto, pero la realidad es que esa palabra tiene la fuerza necesaria para imponerse. "La obra tardó mucho, así que tuve tiempo para pensar el nombre. En un viaje a Nueva York vi que Williamsburg estaba emergiendo, era lo último en ese momento. Era la meca hípster del arte y de la música. Yo sentía que ese nombre, casi como ningún otro, te daba una cajita como marca por donde moverte. Me gustaba que fuera un barrio y encima tenía el "burg" metido adentro, cerraba por todos lados", recuerda Alejo.
Un futuro abriendo el mapa
Los primeros meses del año que viene tienen planeado abrir la primera franquicia en La Plata, pensando en expandir el mercado argentino y llevar adelante el plan que tienen en mente: internacionalizar la marca. "Hay ofertas para llevarla a Paraguay, a Chile, a México en menor medida... Soñé en grande, no me sale soñar de otra manera, y soñé eso, una marca internacional, global", dice Alejo que ya se prepara para que ese deseo, como sucedió con el de Williamsburg, también se haga realidad.
EN NÚMEROS
- En el primer local arrancaron trabajando 25 personas, hoy son más de 100.
- Tienen 5 locales propios en un radio de 25 cuadras.
- La hamburguesa más vendida (la Perfect Burger) vende 8300 unidades por mes.
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