Cada vez que un diseñador deja una gran maison no sólo es notición sino gran expectativa: ¿quién llega en su lugar? El desafío del sucesor, además de sostener el éxito de la marca en caso de que no haya que sacarla de un pozo, es darle también un cambio de aires, hacerla crecer, romper paradigmas y, ante todo, reconquistar, encantar a quienes ya están encantadas... Las presiones son muchas. En especial, si se trata de una casa como Yves Saint Laurent, exquisita y glamorosamente parisina, que la semana pasada anunció la partida de Stefano Pilati después de doce años y que llegó desde Tom Ford, y la entrada de Hedi Slimane, ex diseñador de Dior Homme y uno de los mejores fotógrafos que tiene la moda. De hecho, Slimane fue, durante diez años, diseñador para YSL Homme, pero desde 2007 se dedica a hacer magia con la fotografía. Este conocer suyo de la marca le da tranquilidad a la maison, pero no deja de ser un desafío complejo para ambos.
En este vertiginoso y exigente mundo de la alta moda no hay mucho tiempo para que el foco público esté puesto en el motivo del cambio, a menos que se trate de un caso extremo, como la repentina muerte de Alexander McQueen, el asesinato de Gianni Versace o el despido de John Galliano de Dior por dichos antisemitas o la salida de Tom Ford de Gucci por estrés, después de diez años en los que resucitó a la marca, entre otros casos que resonaron alguna vez. Pero, en general, los motivos por los cuales alguien deja un puesto tan grande no duran en las conversaciones ni en la mente de quienes mueven este espacio: cada seis meses hay que hacer una nueva colección y competir para ser el mejor, calculo que mucho más duro si sos el nuevo. No hay tiempo ni creatividad que perder. Como dijo Christopher Lemaire en una de las primeras entrevistas que dio al entrar a Hermès desde Lacoste: "El gran desafío es estar al nivel. Hacerlo bien, ser coherente y no sólo respetar los valores de Hermès, sino ir un paso más allá. Recoger la maravillosa herencia de la maison y actualizarla. Por eso no quiero modelos, quiero mujeres". Había mucho escepticismo en lo que presentaría al entrar, pero me acuerdo que cuando participé del show de bienvenida en Tokio, al ver la calidad de las prendas y de los diseños no tuve dudas de que daría en el blanco.
Pienso entonces en estos cambios de tan talentosas figuras en donde están involucradas marcas súper prestigios y con historia de éxitos, grandes seguidores que, incluso, consultan a estos diseñadores sobre el día a día de sus outfits... Y entonces sigo reflexionando y me pregunto ¿quién podría reemplazar mañana a Karl Lagerferld en Chanel? ¿A Christopher Bailey que, si bien muy joven, hace cargo de todo en Burberry y las colecciones son un gol tras otro? ¿O a Alber Elbaz en Lanvin después de diez gloriosos años?
Además de talento y profesionalismo, el carisma, la personalidad y la confianza que depositan sus seguidores les dan el plus.
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