Khiva, en la puerta del desierto

El sonido sibilante de los motores de hélice del Antonov se pierde tras las nubes oscuras en Tashkent, la metrópoli de Asia Central. Las luces de sus bulevares aún se ven por la ventanilla cuando el aparato gira hacia el Norte. Después vuela largamente sobre el desierto de arenas rojas del Kizilkum y nos deja en Novi Urgench. Cerca de allí, cruzamos el gran río Amu Daria. El antiguo Oxus que Alejandro Magno vadeó para invadir Persia. Y el emperador mongol Tamerlán atravesó, diecisiete siglos más tarde, para conquistar el mundo. Luego pasamos por un ancho páramo salitroso y llegamos por fin a nuestro destino. Khiva, la ciudad nórdica de la Ruta de la Seda. En este lugar, detrás de los desiertos, envuelto en una mítica lejanía, se dice que nació la fe de Zoroastro