La Habana, sin restricciones
Postales de la inagotable capital cubana: un hotel histórico, un cabaret mítico y un transporte bastante curioso, además de buenos datos de alojamiento, comida y compras
26 de abril de 2009
LA HABANA.- Igual que los grandes autos norteamericanos, el turismo tuvo su auge en Cuba durante la década del 50, cuando algunos veían esta ciudad como una Las Vegas caribeña. La revolución, que este año conmemora su cincuentenario, evidentemente cortó con ese proceso igual que cortó relaciones con Estados Unidos, principal emisor de visitantes en aquellos años. Así, hasta la década del 80, la mayor de las Antillas se mantuvo básicamente indiferente al turismo internacional. Pero en los 90 el crecimiento global del negocio ya era demasiado tentador como para dejarlo pasar y la isla optó por volver al mercado.
Hoy, Cuba es una de las estrellas del turismo en la región. Particularmente para los argentinos, que la tienen como destino favorito en el Caribe: el año último fueron 47.400 los que viajaron, un notable 20% más que en 2007, según la embajada cubana en Buenos Aires. Pero sobre todo para canadienses y europeos en general, con buen número de rusos, italianos y españoles. Mientras que el reciente levantamiento de las restricciones para los viajes de los norteamericanos promete un nuevo escenario.
La Habana se estuvo preparando. Están en marcha por lo menos cinco nuevos hoteles de cuatro y cinco estrellas. Sólo la cadena Meliá tiene en la isla 24 propiedades, y en los carritos del Varadero Golf Club circulan plácidamente jugadores de todo el mundo.
Basta con hacer el breve trayecto desde el barrio de El Vedado hasta la vecina Habana Vieja, por la famosísima vía costanera de El Malecón, para ver que la cara de esta ciudad está en pleno proceso de lifting. Muchos de los edificios de los años 20 y 30, de tres o cuatro pisos, que miran al mar, están cubiertos por andamios, que si en algún momento proliferaron sólo para evitar derrumbes ahora enmarcan obras concretas. En varios se nota un color renovado, revirtiendo al fin el mal estado propio de la salitre y la falta de mantenimiento.
Lo mismo ocurre en el casco histórico de la capital, acaso uno de los centros urbanos más fotogénicos del mundo, donde cada personaje, cada auto, cada construcción, es una posible postal. En 1982, la Unesco declaró el centro de La Habana Patrimonio Cultural de la Humanidad. Pero sólo a mediados de los años 90 se dio inicio al Plan Maestro para la Revitalización de La Habana, ahora mismo en una de sus etapas más intensas, a cargo de la Oficina del Historiador. Dependencia responsable, además, del aspecto social de estas obras, que exigen reubicar a muchas familias en las llamadas comunidades provisionales , mientras se recuperan sus viviendas.
El tema tiene mucho que ver con el turismo porque de la Oficina del Historiador depende también la Compañía Turística Habaguanex, que explota y administra hoteles, restaurantes y comercios vinculados con el creciente turismo en plena Habana Vieja. Habaguanex, que genera y recauda fondos justamente para los trabajos de restauración, tiene un portfolio de alojamiento boutique y tiendas de encanto que desconcertará a quien espere una estereotípica impronta de la administración pública. Son 17 hoteles de lo más recomendables de La Habana (desde 50 euros), 33 buenos restaurantes y más de 80 tiendas, entre otros productos bien seleccionados.
Para saber más de pequeños hoteles con encanto e ideal ubicación como Los Frailes, el Palacio O´Farril o el Florida, ver el sitio www.habaguanexhoteles.com
Cocotaxis
Los Bel Air y los Consul, entre otros modelos anteriores a los años 60 que todavía circulan con obstinada elegancia por La Habana, tienen su contraparte kitsch en los cocotaxis, que aparecieron en escena a fines de la década del 90. Primos caribeños del rickshaw característico de la India, se trata de unas motos cubiertas por una esfera amarilla, nada discretos ni glamorosos, pero sí ligeros y frescos a la hora de explorar. Se los encuentra esperando turistas por las zonas más transitadas de la ciudad. Y son muy económicos... e informales, como los autos antiguos que también funcionan como transporte público: digamos que la tarifa se conversa antes de subir. Pero por 5 CUC o menos es posible hacer un buen trayecto (además de experimentar qué se siente viajar dentro de un coco gigante).
Música viva
Como en muchas otras ciudades turísticas, en cualquier restaurante o bar de La Habana se toca música en vivo. A diferencia de casi cualquier otra ciudad, esa música es interpretada estupendamente. De pequeñas orquestas a conjuntos y solistas suenan por acá y por allá con un nivel sorprendente. Al principio uno se siente afortunado por haber dado con una perla. Pero pronto entiende que La Habana es sencillamente una ciudad musical repleta de artistas con un talento y una formación rarísimos, que pueden encontrarse tanto en un auditorio como en el lobby de un hotel tocando para dos personas que leen el diario Granma .
Algunas pistas: el hotel Nacional suele presentar buenos soneros de la vieja guardia, incluso algunos nombres del Buena Vista Social Club.
Casa de la Música de Miramar: distintos géneros, de la salsa al reggaeton, en turnos matiné y nocturno (20 esq. 35, Miramar); para escuchar jazz, La Zorra y el Cuervo (en la calle 23, de El Vedado), y el Jazz Café (1° esq. Paseo).
Historias del Hotel Nacional
Todo hotel cinco estrellas tiene sus gerentes, botones, mucamas y conserjes. ¿Pero cuántos cuentan con una historiadora en su staff? Uno de los pocos es el Hotel Nacional de Cuba, inaugurado en 1930 y considerado monumento de la isla. Claro, tampoco son muchos los hoteles con tanta historia como el Nacional: acá se reunieron en los años 30 quinientos miembros de la mafia ítalo-norteamericana con intenciones de montar el Las Vegas del Caribe. Acá durmieron Fidel y el Che, y también Nat King Cole y Buster Keaton, y Fito Páez y Johnny Depp. Debajo de sus jardines todavía está el búnker preparado durante la crisis de los misiles de 1962, en la misma gruta donde se instaló la batería Santa Ana para la defensa de la ciudad en el siglo XIX.
Estela Rivas, la historiadora, además de mantener y revisar el archivo de la casa, oficia de guía en un tour gratuito de 40 minutos para huéspedes y visitantes. Se hace de lunes a viernes, a las 10, 15 y 17 (sábados, sólo por la mañana). Vale la pena el recorrido por las anécdotas, los jardines, el lobby y las 426 habitaciones conservadas como hace más de medio siglo, y no hace falta pagar los 120 CUC de la suite más económica (la presidencial cuesta unos 1000).
Una noche en el Tropicana
Uno debería saber a qué atenerse cuando llega a un estacionamiento atestado de modernas combis y micros turísticos con carteles en siete idiomas. Y ése es el panorama diariamente, entre las 21 y las 22, en la entrada del Tropicana, mítico cabaret de La Habana que nació en 1939, alguna vez convocó a ricos, famosos y mafiosos, y hoy se llena de turistas canadienses, rusos, italianos y del resto del mundo. Está claro que el show, aunque impecable y más bien familiar, no es precisamente folklórico, pero sí representativo del enorme talento y profesionalismo de su medio centenar de artistas, entre bailarines, cantantes y músicos.
Algo que llama la atención es que se trata de un cabaret al aire libre. Y que es muy grande: tiene capacidad para 500 espectadores, dispuestos alrededor del escenario circular en tres sectores con distinto costo, de 70 a 90 CUC. La entrada da derecho al espectáculo de dos horas y a una botella de ron cada cuatro espectadores (que si no se termina se lleva al hotel), gaseosas para el Cuba Libre, copa de champagne y platitos para picar.
La música poco tiene que ver con la Trova, sino que hasta celebra el ritmo de la Cuba prerrevolucionaria. En teoría, algo esencialmente reñido con el régimen de las últimas décadas, aunque coherente con el negocio turístico.
Ron y guayaberas
Quizá no sea el paraíso del adicto al shopping, pero en La Habana sobran oportunidades para aprovechar. El ron es un imperdible: Havana Club es el más popular y tiene su propio museo (Av. del Puerto esquina Sol), pero vale la pena probar otros como Santiago, Mulata y Caney, de 3 a 8 CUC, según añejamiento. Para cigarros, dentro del circuito formal, la Casa del Habano 5ta. y 16 (en esa dirección, de Miramar), es una parada elegante incluso para no fumadores, pero curiosos. Igual que la Tienda del Museo del Tabaco (Mercaderes 120, en La Habana Vieja) y Partagás (Industria y Dragones). Si se buscan guayaberas, la tradicional camisa, hay que estar atento a las marcas Criolla y Compay Segundo (sí, como la estrella del Buena Vista), que van de los 25 a los 50 CUC.
Datos útiles
Cómo llegar
Varias aerolíneas unen Buenos Aires con La Habana. La última incorporación es Taca, con escala en Lima, que tiene por estos días una tarifa promocional por 509 dólares más impuestos.
www.taca.com
www.taca.com
El cambio
En Cuba circulan dos monedas. El peso y el peso cubano convertible (CUC). El CUC cotiza a 0,92 dólares, aprox, y equivale a 24 pesos.
La visa
Los turistas argentinos necesitan tramitar, sin cita previa, una visa en la embajada de Cuba (Virrey del Pino 1810; 4782-9049). Se expide en el momento y el arancel es de 18 dólares. Más datos, en la sección consular del sitio www.embacuba.com.ar
Más información
Oficina de Turismo de Cuba: M. T. de Alvear 928, 4° piso; de 10 a 13. info@turismodecuba.com.ar