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La región en la que el sol busca un refugio

La provincia de San Juan tiene la particularidad de presentar distintos teatros turísticos: de la aridez extrema y plena de misterios del Valle de la Luna a lugares con aguas termales o zonas donde la fertilidad domina el ambiente.




SAN JUAN.- La provincia cuyana, que según la frase es "la residencia del Sol", tiene en el Noroeste un sitio que reúne varios atractivos.
Se trata de los valles iglesianos, región de tradiciones, manzanas, altos álamos, montañas con picos nevados, casas centenarias de adobe, aguas termales, cielos luminosos, aire diáfano.
Para llegar al valle hay que tomar por la ruta nacional 40, y a la altura de Talacasto seguir a la izquierda por la 403. Desde San Juan parten un servicio regular diario y una combi que agiliza bastante el viaje y es una manera más práctica de recorrer los 180 kilómetros que hay hasta Pismanta.
Camino al valle, la ruta se mete por la precordillera entre la sierra de Talacasto y la de la Invernada. Las montañas azules atenúan la sensación de soledad en la vasta planicie desértica cubierta de arbustos y piedras. Por momentos, el paisaje es imponente. Grandes estratos aparecen plegados y replegados, y amplios anticlinales resisten el paso del tiempo y la erosión.
La zona no estuvo deshabitada en el pasado. Cerca de aquí quedan los restos de la mina de Gualilán, accesible por un camino de tierra, pero no es aconsejable el ingreso por posibles derrumbes.
Rumbo hacia el Alto del Colorado, a 2600 metros, de pronto empieza a nevar. Los copos caen hasta dejar un manto que cubre cimas y valles. Hay rostros alegres y entusiasmo ante el siempre bienvenido fenómeno de la nieve. El paisaje es espléndido, pero también siginifica que los ríos tendrán agua y que se llenarán los embalses y acequias que alimentan los oasis.
Como chicos, todos los ocupantes de la combi bajan a caminar por la superficie blanca y a recoger copos con la mano. Y aunque no lo parezca, no hace frío, como no suele hacerlo durante el día invernal en el valle que está a 2000 metros de altura.

Un valle con historia


Aquí empieza el departamento Iglesia, segundo en tamaño en la provincia , con sólo algo más de 5000 habitantes. La población se concentra en el valle que recorren las rutas 403 y 430, ya que más hacia el Norte se ingresa en una de las áreas vírgenes que quedan en el planeta, la reserva de la biosfera San Guillermo, parte de la cual va a ser declarada parque nacional, reino de las vicuñas y los suris. Por sus rincones casi inexplorados pasó el inca y dejó sus huellas en tamberías y asentamientos.
Aquí se halló la momia del cerro El Toro, que se conserva en el museo de La Laja, a 20 kilómetros de San Juan.
En el amplio espacio de Iglesia, los pueblitos aparecen a la vera del camino, con filas de casas de adobe que pueden dar una primera impresión de sitio desolado. Pero las alamedas de las fincas recuerdan que el valle fue en el pasado un importante productor de manzana, de excelente calidad, pero no pudo competir con otros mercados y quedó sólo a un nivel doméstico.
Se suceden así Iglesia, Las Flores, Maipirinqui, Pismanta, con viviendas centenarias hechas de un adobe resistente a los temblores. Los sólidos muros se mantienen en pie y todavía pueden verse escalinatas y balcones de madera, resabios de la época colonial; los cercos desiguales separan las casas de manera algo incierta, con patios posteriores donde no falta algún frutal.
La plaza, el correo, el registro civil, la policía, conforman el patrón urbano, pero las alamedas doradas y el fondo de las montañas azuladas con las cimas nevadas, les dan ese sello único que distingue al paisaje precordillerano de San Juan.

Las termas de Pismanta

El núcleo, el corazón del valle de Iglesia es el centro termal de Pismanta. En este pequeño caserío se destaca la silueta del hotel que ocupa tres hectáreas.
La amplia y cálida construcción, con capacidad para 120 huéspedes, funciona respetando las tradiciones sanjuaninas y se construyó con el fin de emplear las aguas termales, una de las más importantes del país.
Cada habitación tiene su baño termal y hay dos sectores para tomarlos controlados. Las salas de estar, el restaurante, la confitería, la galería donde se exhibe elaborada artesanía local, las canchas de tenis y bochas forman parte de los servicios para los pasajeros del hotel.
En un sector se levanta una capilla construida por el anterior gerente, una persona muy devota que también tuvo la idea de colocar una biblia por habitación.
La actual gerente es Teresita Graffigna, de la conocida familia de bodegueros con más de 130 años de actividad en la provincia. Pintora y diseñadora de prendas artesanales, desde hace una año está aquí. Después de vivir 20 años en Europa, sintió la necesidad de volver a "este paisaje virgen, no domesticado. Es el planeta sin maquillaje. Todos los días hay sol y junto con el baño termal uno siente que le vuelven las energías y las ganas de vivir".
Hay gente que viene desde hace cuarenta años, en una época donde había sólo ranchos de adobe para bañarse, los caminos eran malos y no había un hotel. Y ya desde mucho antes, incluso de la llegada de los incas, las termas eran frecuentadas por los aborígenes que bajaban al valle para un baño reparador.
Según la leyenda, una deidad habitaba la surgencia volcánica de Pismanta, a la que había que ofrendar una flor. Si el agua se la tragaba, era señal de buen augurio y debían bañarse; en cambio, si la apartaba, no había que hacerlo para no contrariar a los dioses.
El valor terapéutico de las aguas se centra especialmente en las enfermedades óseas y articulares: artritis o reumatismo, y en los estados de cansancio y stress.
Para el uso se aconsejan inmersiones de 8 a 10 minutos y no más de 15, con un reposo posterior de una hora. A la pileta termal hay que ingresar de a poco, mientra el chorro sale a 38ºC. Y es verdad, en el agua, la sensación inmediata es de bienestar; poco a poco el cuerpo se relaja y no dan ganas de salir. Los 10 minutos se hacen cortos.
También se utiliza en el verano la piscina termal ubicada en el exterior,en los terrenos del hotel con el fondo de las montañas.
En la cura tienen que ver, además, el paisaje, el aire tonificante, seco y puro. Lo cierto es que se sienten deseos de andar y con nuevas energías.
Teresita Graffigna comenta que después de cuatro o cinco días se ve un cambio notable en la gente, en especial la de las grandes ciudades como Buenos Aires.
Llegan cansados, nerviosos, discuten. Pero poco a poco le cambia el humor, el color de la cara y se sienten en paz A eso también contribuye la buena comida, a cargo de un experto del lugar: Guido, que con frecuencia consultado sobre aromas, sabores, mezclas y otros secretos culinarios. De su cocina salen exquisitos chivitos a la parrilla, chorizos y morcillas, guisos de porotos de la zona, locro, las empanadas sanjuaninas de carne, con suave condimento y cebolla de Jáchal. Se sirven truchas y, para no extrañar, pollo al vino y pastas caseras.
Alicia Terradas

Recomendaciones

Para recorrer
  • Desde el hotel se pueden realizar excursiones por el valle a sitios tradicionales. La oferta es variada e incluye actividades para todos los gustos y edades.
  • En Pismanta funciona un mercado artesanal que ofrece una amplia variedad de productos, que está muy bien equipado y que reúne los trabajos hechos en el valle; las prendas tejidas salen de 20 a 90 pesos; dulces, de 2 a 3; miel, 3; hierbas aromáticas y medicinales, de 1 a 2 pesos.
  • Colola, a 12 kilómetros. Finca El Martillo.
Produce miel, dulces, prendas artesanales en telar, hierbas aromáticas.Se pueden pescar truchas y luego comerlas allí o pedirlas con champagne a 18 pesos, previa reserva por el 0647-93.019.
  • Tudcum. A 15 kilómetros. Es el pueblo de las tejedoras en telar que confeccionan prendas de calidad.
También hay una fábrica de dulces con frutas de la zona.
  • Achango. A 6 kilómetros. Pueblo casi deshabitado que fue el primer asentamiento español en el valle.
Se conserva una capilla de 1750 con el piso de barro cubierto de alfombras y una imagen traída desde Chile.
  • Paso de Agua Negra. A 100 kilómetros. Habilitado desde septiembre hasta mayo, lleva a Chile hasta La Serena.
Paisaje espectacular con penitentes de nieve y rocas imponentes.
  • Reserva de San Guillermo. Durante verano se pueden efectuar travesías en vehículos 4x4, pero siempre y cuando se obtenga el previo permiso en la seccional de Gendarmería de Angualasto.

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por Redacción OHLALÁ!


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