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La ruta del hielo se camina en el Perito Moreno

La increíble experiencia de caminar sobre la superficie del glaciar Perito Moreno se transforma en una aventura que se puede experimentar durante dos días de campamento, con base en el refugio Buscaini.




EL CALAFATE.- Envueltos en un viento frío cortante avanzan paso a paso buscando el camino más seguro. Cada tanto, el extraño sonido que hace el hielo al acomodarse provoca cierta aprensión en la total soledad.
El manto blanco se abre en numerosos surcos y dunas de bordes ásperos y rugosos. Detrás de un bloque se ha formado una laguna glaciaria cuya profundidad hace indispensable el empleo de sogas para cruzar al otro lado y seguir la marcha hacia el Norte.

La ruta del hielo

En el impresionante escenario, por momentos fantasmal y rodeados por hielo y nubarrones grisáceos, los integrantes de la expedición viven una experiencia única: están pisando uno de los sitios vírgenes del planeta, al abordar el cruce del glaciar Perito Moreno desde el Sur hacia el Norte.
Es la aventura del minitrekking multiplicada por varias horas, metiéndose en el corazón de esta maravilla natural y con un objetivo, cruzarlo.
Paso a paso, clavando los grampones en el suelo resbaloso, se sortean las paredes heladas y trepan por las numerosas ondulaciones que tienen una tonalidad medio azulina en los bordes.
En el paisaje increíble que cambia constantemente, el guía tiene que ajustar el rumbo. En el ánimo de los expedicionarios no dejan de inquietar los continuos movimientos del hielo y la formación de grietas. Para tranquilizarlos, el guía explica que el Perito Moreno es un glaciar vivo donde el hielo está libre y no cubierto por nieve que ocultaría cualquier accidente; por este motivo, las grietas se pueden advertir con anticipación y, de esa manera, evitarlas.

Por la morena sur

La primera etapa de esta expedición por el hielo del glaciar se inició en el puerto ubicado en el este del brazo Rico del lago Argentino. Aquí, el grupo abordó un bote semirrígido que lo llevó bordeando la península Magallanes hasta el frente del glaciar Perito Moreno, para desembarcar en el punto de partida de la caminata, que queda en las proximidades del bosque.
Es notable el contraste de los gundos de hojas perennes y troncos cubiertos de líquenes y hongos, con las paredes del glaciar que parecen avanzar por el sendero cubierto de arbustos y frutillas silvestres. Un par de troncos encajados entre las rocas permite sortear un arroyo de aguas muy frías, producto de la fusión del hielo.
Todo aquí es virgen y el ambiente permanece casi intacto, ya que sólo han pasado por el lugar una pocas expediciones con fines de investigación glaciológica.
Después de un rato ya se siente la marcha por el terreno desigual, las acumulaciones de rocas, rodados, materiales sueltos, restos de troncos y raíces que forman el borde interglaciario.
Para aliviar un poco las piernas se aprovechan los tramos de hielo plano que soportan el cuerpo sin riesgo de resbalones y posibilitan desplazarse de manera más rápida y cómoda.
El momento se presta para que los guías respondan algunas preguntas en torno del glaciar, como, por ejemplo, si avanza o no. De acuerdo con los últimos estudios, que realiza principalmente el ingeniero Pedro Skvarca, investigador del Instituto Antártico Argentino, el Perito Moreno se encuentra en equilibrio.
A pocos metros del glaciar y dentro del bosque está el refugio Buscaini, donde se establece el campamento base para pasar la noche y emprender al día siguiente la travesía por el hielo.
Al lado de la construcción muy rústica, hecha con troncos y las paredes revestidas con nylon, los guías arman rápidamente las carpas tipo iglú. La cercanía del hielo, la soledad, la aventura compartida forman lazos de camaradería entre todo el grupo.
Siempre hay algo donde dar una mano, auxiliados por una suculenta picada de salame, queso, jamón y aceitunas. El menú de la cena está de acuerdo con el esfuerzo y el clima gélido; lentejas y fideos acompañados con una salsa muy condimentada; de postre, un buen surtido de frutas, y para beber, jugos en abundancia para hidratarse adecuadamente, punto éste vital en el desarrollo de la travesía.

Los aprontes

El día amanece nublado y con algo de viento. Una nevada nocturna dejó un manto blanco en el suelo y en los techos de las carpas. A las 8 está preparado el desayuno, especialmente abundante en cereales, café con leche, pan, galletitas, dulces, para consumir todo lo que permita el estómago, ya que después la alimentación se basará en comidas frías, hechas en medio del hielo, chocolates, salame, frutas desecadas, caramelos, a intervalos de una hora y media o cuando se sienta hambre.
Una vez dispuestos a salir, viene la colocación de los grampones diseñados de manera tal que no es necesario el uso de calzado especial, sólo botas de trekking; la piqueta que actúa como bastón la usan los que saben hacerlo, porque de lo contrario, puede favorecer los resbalones.
Un pequeño ensayo previo permite acostumbrarse al andar que nos espera por horas: se trata de lograr manejarse con grampones. Para esto, hay que caminar con los pies separados para evitar que se enganchen, dando pasos cortos y con el apoyo de toda la planta del pie.
Por un lugar plano la expedición accede al hielo siguiendo al guía, que elige la ruta entre las paredes heladas que permitirá llegar sin contratiempos desde la morena sur a la morena norte del glaciar.
Desde aquí se sale al Canal de los Témpanos, donde una embarcación a motor cruza al grupo hasta la otra orilla, para abordar una combi hasta El Calafate.

Datos para anotar

En el maxitrekking se provee de equipo específico, grampones, aislantes, carpas, comidas; cada uno lleva su equipo personal en una mochila mediana donde se colocan los elementos personales y la bolsa de dormir de duvet o similar, que debe pesar como mínimo 1000 gramos; la ropa debe ser impermeable, de goretex o ultrex para que no pase el agua y haya una buena ventilación; indispensables son los anteojos, debido a que estar más de cuatro horas en el hielo sin protección puede provocar momentánea ceguera, y factor solar mínimo 15.
El precio de la expedición es de 270 pesos, incluidos transporte desde El Calafate, comidas, carpas, guías, equipo específico. La época de realización es de octubre a abril y no se suspende por mal tiempo o lluvia. El estado físico debe ser bueno y la salud normal; no es necesario un entrenamiento especial, pero sí tener alguna práctica en travesías. Informes en El Calafate, 0902-91.053; en Buenos Aires, Casa de Santa Cruz, 325-3098/3102
Alicia Terradas

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por Redacción OHLALÁ!


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