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Las Torres del Paine son una bonita creación turística (que de todos modos hay que resaltar, como la bendita Silla del Diablo, Cueva del Milodón, etcétera). No se compara en nada con el lado argentino, muchísimo más bello.

Nunca olvidaré el viaje que hice allá por 1990... En avión a Río Gallegos, de allí en micro a El Calafate. Ascenso del Fitz Roy y otros cerros menores. Caminar ocho horas diarias por las montañas. Dormir en refugios muy bien acondicionados. Los glaciares. El estrecho de Magallanes. Y de allí, Torres del Paine. Un espectáculo inolvidable. Y un recorrido de seis horas, alternando caminata y caballo. Un trayecto más sencillo fue visitar el lago Nösdersjolk. ¡Belleza total! Luego, las casitas de Puerto Natales, tan pintorescas con sus colores estridentes. Lo máximo: contemplar las verdes aguas del lago Grey mientras esperaba el ferry de rescate. No siempre es transitable. Agradezco al azar que me deparó esta experiencia inolvidable.

El Vómito y la Bella Nápoli son espectaculares. Mantienen aún todo, pero todo lo que un bodegón debe tener. Los demás se han ido aggiornando en mayor o menor medida. Recomiendo también El Entrerriano (Buenos Aires y 27 de Febrero).

En el bar de Oroño al comienzo estaba Reina como ustedes dicen, que era por Reina Elena de los Cassinerio, famosa cadena de supermercado que junto a La Porteña de los Pereyra formaban parte del clásico rosarino de las compras.