Hay algo con los viajes, no importa cuán cerca, que para mi arrancan el minuto que salgo de casa y doy vuelta la llave de la puerta de entrada. Hasta me divierte la ida en taxi, la cruzada en barco, el cafecito en el puerto, el libro que leo en el camino. Está el viaje y está llegar y verlo al Chico con gran sonrisa hacerse camino entre la gente y sacarme el bolso con una mano y agarrarme con el otro brazo y darme unos de esos besos que me dan vergüenza ajena cuando veo a la gente que se los da en la calle. Y también está la charla apurada para ponerse al día, interrumpida con más besos y tener que frenar el auto como dos adolescentes para darle más lugar a los besos que en definitiva son lo único que importa.
Llegué. A Punta del Este y a los brazos de mi Chico. Y no sé cuál de los dos está más lindos.
Posdata: esta noche me voy a su casa, con los chicos. ¡Deséenme suerte!