Los caminos del vino pasan por San Rafael

La pequeña ciudad cuenta con aeropuerto, casino, hoteles de todas las categorías, spa y una buena variedad de restaurantes, lo que la hace atractiva como punto de partida para el inagotable conocimiento del mundo del vino. También pueden organizarse desde allí salidas a Embalse Los Reyunos, a sólo 35 kilómetros de la ciudad; la histórica Villa 25 de Mayo; El Nihuil; el Cañón del Atuel, y el Valle de Las Leñas.

Hace más de diez años que San Rafael ostenta una de las pocas Denominaciones de Origen Controladas (DOC) del país, lo que le otorga un perfil propio en el creciente planeta vino. A unos 800 metros sobre el nivel del mar, la región ofrece tierras de óptimas condiciones para el cultivo de vides. "La viticultura de calidad ha sido siempre el sustento de nuestra industria", asegura José Luis Goyenechea, director de la tradicional Bodega Goyenechea, fundada en 1868, recorrida cada año por unos 6000 turistas argentinos y extranjeros.

Goyenechea, una de las firmas familiares más antiguas de la Argentina, unió esfuerzos con Valentín Bianchi, Jean Rivier, Alfredo Roca y Algodón Wine Estates-Viñas del Golf, todas de este departamento, para sumar sus productos y servicios turísticos.

Para llegar a Algodón Wine Estates-Viñas del Golf hay que pasar el arco de entrada a la ciudad y tomar la calle Yrigoyen unos dos kilómetros hacia el centro, para después doblar a la derecha por Ballofett. Después de pasar dos puentes que cruzan el cristalino río Diamante, se toma la ruta nacional 144 unos 11 kilómetros, perfectamente señalizados. Con la reciente incorporación al grupo The Algodón, el proyecto ha dado un salto cualitativo que le permitirá duplicar su capacidad de vasija, incorporando tecnología y nuevos tanques de acero inoxidable y barricas de añejamiento. "Viñas del Golf siempre fue un proyecto enoturístico que combina una bodega, un lodge, un restó y una cancha de golf entre viñedos, ideado por el golfista Ricardo Jurado. Ahora, comprado por la compañía Algodón, va mucho más allá de lo que se pensó en un principio", explica Diego Coll Benegas, gerente de turismo de Algodon Wine Estates.

En unas 700 hectáreas crece a gran velocidad un desarrollo de Real Estate con propiedades que cuentan con 120 hectáreas de viñedos, frutales, dos canchas de golf de 18 hoyos cada una, clubhouse y driving range, cancha de polo, un hotel temático del vino, el coqueto lodge de 14 habitaciones, más una pileta, que ya está en funcionamiento y tendrá importantes ampliaciones, previstas para el mes próximo.

Uno de los atractivos más interesantes de Algodón-Viñas del Golf es su restó de campo, de neta identidad cuyana. Aquí sólo se usa la leña como fuente de energía para cocinar productos orgánicos típicos de la zona, lo que lo hizo acreedor en 2007 del Premio de Oro en el concurso que organiza la red Great Wine Capitals (Red Global de las Grandes Capitales del Vino), en la categoría Mejor Restaurante vinculado con el turismo del vino.

Todas las comidas se hacen en el horno, lo que da un toque distintivo a esta cocina de finca. Incansable buscador de una identidad, Diego Coll Benegas supervisa cada elaboración del bistro.

"Tenemos tradición, inmigrantes, hierbas propias, vino, leña, hornos de barro, ríos, huertas Cualquier presentación que surja a partir de la combinación de esas variables puede considerarse cuyana. Así aparecen conejos a la masa, pastas gratinadas al horno de barro, chivos al vino tinto y ossobuco al disco; también el fuego de leña, la jarilla en las salsas, la yerba mate en los postres y muchas cosas más -describe este profundo divulgador de la cocina regional moderna-. El disco de arado debe ser para nosotros lo que el wok significa para la cocina oriental."

De las dieciséis bodegas que en San Rafael reciben visitantes, la más grande es la champañera de Bianchi, ubicada apenas dos kilómetros después de pasar el arco que da la bienvenida a la ciudad. Con una afluencia anual de 80.000 turistas, Bodegas Valentín Bianchi es un referente indiscutido no sólo por ser una de las pocas viñas en manos de familias fundadoras, sino por haber sido una de las pioneras en la promoción del turismo enológico.

"Luego de viajar por Francia e Italia, mi padre, Enzo Bianchi, convocó a un arquitecto local para sentar las bases del modelo por seguir en la construcción de la champañera, un largo anhelo de él y de mi abuelo Valentín", refiere Sylvia Bianchi, directora de Bodegas Valentín Bianchi. Y agrega: "Más allá de los aspectos técnicos, en la construcción de la nueva bodega se tuvo en cuenta la posibilidad de diferentes actividades culturales y turísticas, que permitieran formar al público consumidor en el arte de degustar y conocer la cultura del vino".

El recorrido se realiza en grupos reducidos, acompañados por guías especializados que explican el proceso de elaboración del vino y del espumante, según el método Champenoise, que sigue la tradición clásica de la segunda fermentación en botella. Al terminar esta visita, de unos 40 minutos, se invita a los asistentes a una degustación del espumante Extra Brut. Con reserva, también es posible realizar la Degustación dirigida de vinos de alta gama, a cargo de la sommelier de la bodega. En el anfiteatro al aire libre y en la Sala de Exposiciones se ha podido disfrutar de obras como La Traviata de Verdi, interpretada por el elenco del Teatro Colón, así como de la presentación de la Filarmónica de Buenos Aires y Alberto Lysy.

Con otros ocho kilómetros hacia el centro de la ciudad, sobre la mano izquierda de la calle Yrigoyen, se llega a la Bodega Jean Rivier. Con una capacidad de vasija de algo más de un millón de litros, de los cuales el 70 por ciento se encuentra en subsuelo climatizado, la bodega fue fundada en 1954 y remodelada en 1993, se mantuvo el estilo general, pero se respetaron los nuevos estándares tecnológicos.

"Esta es una empresa familiar dedicada a la producción y comercialización de vinos donde todos los pasos son íntegramente controlados sin dejar nada al azar. Todos nuestros vinos son producto de uvas que cultivamos en dos viñedos, lo que nos permite mantener una continuidad en la calidad", sostiene Marcelo Rivier, uno de sus propietarios.

Saliendo hacia Cañada Seca, La Bodega Alfredo Roca también posee una impronta netamente familiar. A partir de viñedos propios, producen vinos de alta calidad, en un 70 por ciento destinados a la exportación. Abierta al turismo, la viña ofrece recorridos según los intereses del visitante. Desde la reseña histórica, la vendimia y la elaboración, pasando por la cava, el fraccionamiento y la degustación, el tour consta de unos 40 minutos en los que el visitante descubre el esmero con que esta familia se dedica a la viticultura. Es frecuente que la visita sea directamente orientada por don Alfredo Roca (ex Bodegas Suter) o su hijo Alejandro, pendientes de cada detalle tanto de los viñedos como de la elaboración de estos vinos de gran personalidad.

Así, sin perder su identidad, pero aceptando los nuevos desafíos, San Rafael avanza en el camino hacia el enoturismo de alta gama. Vale la pena recorrerlo, y si es en plena vendimia, mucho mejor; el sol brilla más intenso y siempre habrá un motivo para brindar.

Por Silvina Beccar Varela
Para LA NACION