Los Gigantes, una leyenda
Dos opciones atractivas: llegar a la cima no sólo es para expertos; para quienes se animen a hacer del turismo algo distinto están los cerros del oeste de Villa Carlos Paz.Además, en el casco histórico de la capital de la provinicia, se pueden descubrir rincones curiosos.
6 de diciembre de 1996
VILLA CARLOS PAZ.- Cuando Hebert recibió la invitación de sus amigos de escuela para acampar en el cerro, nunca pensó que años después perdería la cuenta de la cantidad de veces que iría a ese lugar.
Si para algunos la aventura consiste en subirse a lo alto de un árbol o andar en bicicleta por barrios desconocidos, para ellos esa palabra adquiría su real sentido. Aprovechaban ese área natural mucho más que recreativamente. Lo que para otros pasaba inadvertido, para ellos era de suma importancia. Aprendieron a observar más que a ver y a escuchar más que a oír. El vuelo de pequeñas aves negras no era más que la distancia que los separaba de los cóndores andinos en busca de su refugio más oriental de América del Sur; la presencia de niebla les advertía sobre el momento en que debían abandonar la caminata para no perderse, y la presencia de un gato montés o hasta el paso de una lagartija les indicaba la necesidad de convivir, si querían seguir disfrutando del lugar.
A poco de sus primeras excursiones, Mario se sumó a la rutina de descubrir. Volverían una y otra vez, tanto que al cabo de los años comenzaron a descubrir rincones inexplorados. Puntas de flecha y morteros en los aleros del cerro revelaron la antigua presencia de los comechingones, que pisaron donde ellos se encontraban.
Allí, donde el viento y la lluvia tallaron gigantes formas en las altas paredes de granito de la Sierra Grande de Córdoba, dejándolas tan ásperas que su aspecto le confirió a sus inmensos mogotes las arrugas propias de una vejez de 620 millones de años y la solidez de uno de los más antiguos de la Tierra, a más de 2000 metros, se levantan Los Gigantes.
Entre años y pasos
Este cerro está 50 kilómetros al oeste de Villa Carlos Paz, por la ruta 28, pasando a Tanti.
Hoy, Hebert Chiodi y Mario Carletti son dos de los guías de montaña que junto con Sergio Tomasini y Rodolfo Benassi fundaron años el Club Andino Villa Carlos Paz. A ellos se sumó Jorge González, con quien crearon la Regional Sierras de Córdoba de la Asociación de Guías de Montaña.
Los diez socios del Club Andino Villa Carlos Paz son guías calificados y constituyen el 10 por ciento del total del país, donde existen cerca de 135 guías de montaña.
Desde ese primer campamento a Los Gigantes, hace 22 años, Hebert no deja de subir y bajar de entre sus rocas. Primero fue la asistencia al curso del Club Andino Córdoba, del que se hizo socio; luego comenzó a descubrir la práctica del entonces incipiente trekking; después, la necesidad de entrenarse en la escalada en roca, para pasar a la alta montaña y a las pistas de esquí. Calificado como guía de cordillera por la Asociación Argentina de Guías de Montaña, Hebert sigue compartiendo con sus amigos su pasión por las cumbres.
Dos años después de fundar el club andino, levantaron el primer refugio de Los Gigantes con piedras que sacaron de allí y que cargaron en sus mochilas durante caminatas, desde la base hasta apenas 200 metros de la cumbre, a 2374 metros de altura.
En 1992, compraron el predio conocido como Villa Amelita, al pie del cerro, a 1850 metros sobre el nivel del mar, e hicieron un segundo refugio, el del Club Andino Villa Carlos Paz.
La aventura de descubrir
Para comenzar a ascender a Los Gigantes hay que prepararse, saber que se caminará desde un mínimo de tres horas hasta casi un día o más, según la avidez de los interesados.
Una primera aproximación puede ser una excursión para hacer trekking, o senderear en un terreno sinuoso, a lo largo de cinco kilómetros, con un desnivel de 500 metros, para llegar al cerro de La Cruz.
El camino ofrece espectaculares balcones, desde los que no es posible perder nada de vista. El Valle de Los Lisos encierra quebradas y arroyos. Algunos sólo son ollas poco profundas que no sirven para nadar.
El Valle de Las Cuevas es un poco más chico, pero no menos rico. Incluye una serie de cuatro cavernas y grutas denominadas La Salamanca, Del Tío, Pollito y Subterráneo.
Al pie del cerro está el Valle del Nipur y, arriba, el Valle de Los Refugios, donde se ubica el primer refugio de Los Gigantes, el del Club Andino Córdoba. El cerro cuenta con otros dos, el mencionado de Villa Amelita y el de Nores-Martínez, propiedad de familias de la zona.
En los refugios se brinda albergue, lugar para pernoctar y, si se desea, ofrecen comida. El servicio de albergue y comida, el traslado al refugio y guía por el cerro cuesta 55 pesos por fin de semana o 30 por día.
Cada uno de los refugios tiene capacidad para 20 excursionistas, aunque está la alternativa de dormir en carpas o directamente en las cuevas de las montañas. Según los expertos, en estos albergues naturales no hay riesgo. Sólo se recibe la visita ocasional de algunos de sus habitúes -lauchas, hurones, zorrinos, zorros o pumas-, que no atacan. A lo sumo, se roban la comida si se la deja al aire libre.
Hebert, Mario, Sergio y Rodolfo siguen, a diario, descubriendo parajes y paisajes. De tanto ir y venir, acompañar y buscar, la naturaleza les reveló sus secretos. Recuerdan que un día, buscando a un aventurero solitario por el fondo -a 40 metros- del Valle de Los Lisos, siguieron su voz y con ella el sinuoso cauce del río, y advirtieron que éste corría por adentro de la quebrada de Anselmo, al oeste de Villa Amelita.
La búsqueda de los turistas generalmente resulta exitosa, pero para evitar sustos se recomienda recorrer la zona con baquianos o expertos, atender las indicaciones del guía para ingresar en cuevas, cruzar arroyos, ascender o bajar por las rocas. También es necesario cerciorarse de las condiciones meteorológicas y no alejarse de los caminos demarcados.
Además de acompañar a los turistas, los guías del club andino ofrecen cursos acelerados para estudiantes de educación física, escuelas de escalada para especializados y prácticas para expertos. Además de Los Gigantes, ofrecen otras excursiones. Por ejemplo, a Los Chorrillos, de fácil acceso; a quebrada del Condorito, de tres horas de caminata netas; al cerro Champaquí, que demanda dos días para llegar y otro para regresar, o al cerro Uritorco, más bajo en altura pero con el doble de desnivel -1000 metros- que Los Gigantes.
Delia Alicia Piña
Lo que hay que saber para escalar la cima
- Dónde informarse: en Buenos Aires, Casa de Villa Carlos Paz, Florida 520, locales 38 y 39, 322-0348/0053, de lunes a viernes, de 10 a 17. Casa de Córdoba, Callao 332, 372-6566, de lunes a viernes, de 10 a 17.
En Córdoba, Estación Terminal de Omnibus, Perón 360 (0541) 230532, de lunes a domingos, de 8 a 20. Aeropuerto de Córdoba, 811241.
En Villa Carlos Paz, Secretaría Municipal de Turismo, en el parque de la terminal de ómnibus, San Martín 400, 21624, y en San Martín 1000, 25059; ambos centros de informes atienden de lunes a domingos, de 7 a 23. Autopista Allende Posse, en el acceso a Carlos Paz, 26550, abierto de lunes a domingos, de 8 a 19.
Club Andino Villa Carlos Paz, San Martín 1550, casilla de correo 90, código 5152, 22432/23916/21119.
Asociación Argentina Guías de Montaña, Regional Sierras de Córdoba, casilla de correo 57.
Herbert Chiodi, casilla de correo 43, 94086.
Mario Carletti, Junín y Austria, Villa Carlos Paz 21168.
Sergio Tomasi y Rodolfo Benassi, La Paz 166, Villa Carlos Paz, 28492.
- Cómo llegar: se llega por tres vías terrestre totalmente pavimentadas. Por el Norte, por la ruta provincial 38. Por el Oeste, por la ruta provincial 14, camino de Altas Cumbres, por el Este, a través de la ruta nacional 20, autopista Allende Posse. Desde Buenos Aires, por ruta 9, hay 757 kilómetros y por la ruta 8, 840 kilómetros.
Hay 36 empresas de transporte que pasan o llegan a Villa Carlos Paz. El pasaje ida y vuelta por persona cuesta, desde Buenos Aires, 60 pesos; desde Rosario, 40; desde Mendoza, 62, y desde Neuquén, 96 pesos.
Los que eligen vía aérea llegan hasta el aeropuerto de Pajas Blancas, en la capital de Córdoba. Arriban y parten de esta ciudad vuelos de LAPA, Aerolíneas Argentinas y Austral provenientes de casi todo el país mediante servicios directos y combinaciones. Desde Buenos Aires, el pasaje de cabotaje ida y vuelta por persona cuesta 296 pesos la tarifa normal; 316, la exclusiva; 138 y 118, las tarifas con cupo (Aerolíneas), y 128 pesos (LAPA).
Un casco más antiguo que la peperina
CORDOBA.- En la capital cordobesa, la historia colonial sigue en pie con sus pesados muros y elegantes fachadas. Y lo que demandó centurias de imaginación y esfuerzo en desarrollarse, quien hoy esté de visita puede recorrerlo ordenadamente y en un par de días.
Córdoba fue fundada en 1573 por Jerónimo Luis de Cabrera, a orillas del Río Primero (hoy Suquía), y en su trazado original se estiraba unas diez cuadras sobre la ribera y tenía unas siete de ancho. Claro que por entonces el caserío se llamaba Córdoba de la Nueva Andalucía, se hacía camino con mulas y Buenos Aires no existía. Mucho tiene que ver -precisamente con su historia- el sobrenombre que la ha popularizado como la Docta. Es que cuando en 1587 se instala en ella la activa y militante orden religiosa de la Compañía de Jesús, se genera una fuerte corriente progresista y cultural.
En 1613, se funda la primera universidad nacional (una de las más antiguas de América), y más tarde, en 1765, los religiosos ponen en funcionamiento la que sería la primera imprenta del Virreinato. A partir de entonces, Córdoba comienza una etapa de audaces realizaciones (entre éstas, la edificación de su arquitectura colonial), hasta convertirse en una de las provincias más destacadas del país.
Kilómetro cero
La gran mayoría de los edificios centenarios se encuentra en un radio bien definido, del que se puede tomar como punto de partida la histórica plaza San Martín, lugar que marca el kilómetro cero de las rutas provinciales. Antiguamente conocida como Plaza Mayor, su predio fue escenario de diversas actividades, como la riña de gallos y la corrida de toros.
Para seguir la huella de la historia cordobesa, a través de las obras más importantes, museos e iglesias del casco céntrico:
- Casa y Museo del virrey marqués de Sobremonte (Rosario de Santa Fe, esquina Ituzaingó): fue construida en 1712 y utilizada como vivienda mientras se desempeñó como gobernador intendente, antes de ser el virrey del Río de la Plata. Tiene 26 habitaciones, cinco patios, varias salas y un artístico balcón volado en el primer piso.
- El Cabildo: se empezó a construir en 1607 y se terminó en 1785. Su galería forma una recova de 15 arcos.
- Catedral: se inició en 1683 y concluyó en 1784. Es uno de los edificios coloniales más importantes del país, con un altar de plata del siglo XIX.
- Iglesia y Colegio de la Compañía de Jesús: está considerada la más antigua de la Argentina; data de 1644 y se terminó 30 años después.
- Colegio Nacional de Montserrat: fue fundado en 1687 y trasladado a su edificio actual en 1782. Es monumento histórico nacional, su patrimonio encierra una valiosa pinacoteca anterior al 1700.
- Capilla y oratorio del Obispo Mercadillo: antigua casona del siglo XVIII de artesanal realización, funciona ahora allí el Centro Cultural y la Oficina de Información Turística de Córdoba.
- Monasterio de San José de las Hermanas, levantado en el siglo XVII. En él funciona el museo de arte religioso.
- Iglesia de San Roque: su construcción es de mediados del siglo XVII y es notable el púlpito tallado por los indígenas de la región.
- Iglesia de San Francisco: es de fines del siglo XVII y en su patrimonio figuran valiosas tallas indígenas y obras pictográficas muy antiguas.
- Museo Histórico de la Ciudad: es uno de los más interesantes ya que abarca la historia de Córdoba desde su fundación.
- Paseo de las Artes: se lo conoce también como Pasaje Revol, de líneas arquitectónicas coloniales. En él funciona una de las más completas ferias artesanales.
La ciudad de Córdoba tiene un amplio trazado de calles peatonales ya que fue la primera provincia en emplear este sistema. En la calle Obispo Trejo 30, un gigantesco arco de cemento demarca el límite entre la ciudad histórica y la ciudad comercial. Si dispone de tiempo, no deje de ir a conocer la llamada callejuela colonial, entre la Catedral y el Cabildo, un trecho en el que se realizaban las ejecuciones públicas, y de que allí funcionó el primer cementerio de la ciudad.
Rincones de la ciudad
La capital cordobesa tiene sus curiosidades: en la calle San Jerónimo 3346 del barrio San Vicente, se encuentra el chalet de hierro construido nada menos que por el ingeniero francés Gustavo Eiffel (el mismo de la famosa torre parisiense). Realizado en Francia, el chalet fue transportado en barco y armado posteriormente en su actual emplazamiento. En 1989, mientras se realizaban excavaciones para trabajos de telefonía, fueron redescubiertas (sepultadas) en el cruce de las avenidas Colón y Rivera Indarte, las ruinas del edificio del viejo Noviciado Jesuítico del siglo XVII, restauradas y abiertas al público.
Carlos Manuel Couto
Hay rutas que no son una cruz
Recorrida: desde la capital, pasando por Ascochinga, Colonia Caroya, Sinsacate, La Cumbre y el valle de Punilla, se puede revivir la época de los jesuitas.
CORDOBA.- "Nos hablan de jesuitas e, inmediatamente, pensamos en Misiones; no sólo desconocemos que llegaron hasta el lago Mascardi, sino que uno de sus principales centros de desarrollo fueron las sierras cordobesas."
Quien dice esto es Alejandro Frango, filósofo, pintor, cocinero y guía de la visita que ha dado en llamar encrucijadas y senderos de los Jesuitas, un recorrido de tres o cuatro días por 150 kilómetros de sierras y recuerdos donde, cuando todavía no había nada igual en el Nuevo Mundo, allá por 1609, los jesuitas -junto a los indígenas- levantaron construcciones similares a las que entonces se erigían en Europa.
El bellísimo parque y su tajamar, el obraje y una iglesia barroca perfectamente conservada, se convirtieron, luego de que Carlos III expulsara a los jesuitas de América, en lugar de retiro del ex virrey Liniers hasta su fusilamiento, ocurrido a pocos kilómetros en Cabeza de Tigre. Después de la visita al hotel Sierras, del 1900 y a la casa de Pablo Casals, hoy convertida en museo, el paseo vespertino por Córdoba confirma la meritoria tradición educativa de esta ciudad.
La Manzana de las Luces -sí, aquí también existe, asiente Frango-, alberga el colegio y el templo católico más antiguos del país: el Monserrat y la iglesia de la Compañía (1622), junto a la célebre universidad, actualmente estatal.
A esta altura, un turista porteño no puede ocultar cierto resquemor ante una realidad contundente: los edificios históricos de la capital cordobesa evidencian un peso cultural que no encuentra paralelo en la ciudad de Buenos Aires, de desarrollo muy posterior.
Una cripta subterránea, el convento de Santa Teresa y la catedral, aunque no son de origen jesuítico arriman leyendas y aventura a la travesía.
A pura historia
El segundo día augura el esplendor de las alturas. Un camino de montaña por la ruta 36 en dirección a Ascochinga lleva al acueducto Saldán. La obra muestra que los religiosos hispanos hacían algo más que rezar para obtener agua; como expertos ingenieros dieron origen al 80 por ciento de las construcciones hidráulicas de la provincia serrana.
A 14 kilómetros, la estancia Santa Catalina, apoteosis del barroco, emerge en medio del bosque. La propiedad que aún pertenece a los Díaz, descendientes del corregidor cordobés que la compró a los jesuitas en 1767, fue un criadero de mulas para la exportación.
Cuentan que, caracterizados por una gran tolerancia cultural, los miembros de la Compañía de Jesús hasta aceptaron la poligamia entre los indígenas. Con igual indulgencia, en las construcciones conviven el volumen y las curvas barrocas con bajorrelieves de aborígenes. A mediodía, la exquisita pasta de la región del Friuli en Colonia Caroya, una antigua población de origen italiano situada a unos 12 kilómetros, desplaza a la erudición. Una siesta no vendría nada mal, pero el Museo Jesuítico Nacional en la estancia de Jesús María espera.
El establecimiento se dedicaba a la vinicultura. De las 12.000 viñas que llegó a albergar surgió el primer vino de América bebido por los reyes españoles.
A escasos 5 kilómetros, la Posta de Sinsacate reserva una yapa de historia argentina. En la construcción criolla, tras ser malherido en Barranca Yaco, murió en 1835 Facundo Quiroga.
En una vuelta de página, se parte hacia La Cumbre para la cena -el guía es un exquisito chef, conocedor de los mejores restaurantes serranos- y, finalmente, la mullida cama.
Al día siguiente, el rumbo es hacia El Paraíso, residencia de Manucho Mujica Lainez, con sus amplios salones habitados por muebles señoriales, libros, cuadros, bastones y escarabajos, sin olvidar las manos y los dedos de metal, madera y porcelana que -en el cuarto de baño- nos previenen contra el mal de ojo y la mala fortuna.
La visita a las granjas ecológicas del camino del Pungo y una caminata por la sierra vienen bien para sosegar la mente y el alma antes de iniciar la cuarta y última estación del trayecto jesuita.
Una ruta de tierra serpenteante, camino a Candonga, ofrece la mejor vista del valle de Punilla. "En los días diáfanos -promete Frango- se puede ver la capital cordobesa, distante unos 50 kilómetros." Unas nubes poco religiosas empañan la postal, pero un águila acompaña parte del camino, compensando la desazón.
A 39 kilómetros emerge de las alturas la Capilla de Candonga, una imitación de la Casa de la Moneda de Potosí (hoy Sucre). Los más jóvenes y dinámicos se animan a caminar los diez kilómetros del camino a El Manzano -de una belleza imperdible.
La mesa deliciosamente preparada por Frango y sus amigos cordobeses en una quinta de Villa Allende anuncia el fin de un viaje, durante el cual se descubre bastante más que otro aspecto de la Argentina. Esa que tan poco se mira, Frango dixit.
Alejandra Rodríguez
Fotos: Irma Montiel
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