Hace un año tuve la oportunidad de viajar a El Calafate con mi familia. Realmente fue una experiencia inolvidable poder conocer una de las bellezas naturales que nos ofrece nuestro país.
El viaje fue demasiado cansador, así que el primer día nos quedamos descansando y a la noche fuimos a recorrer el pueblo. Lo que más me llamó la atención del lugar fue la gran cantidad de extranjeros que desfilaban por sus calles. Iba caminando y escuchaba varios idiomas: inglés, alemán, japonés y tantos más.
Al día siguiente realizamos la navegación por el lago Argentino. El agua verde cristalina estaba llena de témpanos de todos los tamaños. No podía evitar por momentos recordar la película Titanic. Esos témpanos verdaderamente impactan. En un momento los guías tomaron una soga y sacaron un pedazo de hielo del agua. Lo dejaron en cubierta para que la gente lo pudiera apreciar y, si se animaba, hasta incluso probarlo.
Después de varias horas de navegación, durante las cuales observamos varios glaciares colgantes, llegamos al destino más esperado: el glaciar Upsala. Recuerdo que todos nos abalanzamos sobre la baranda para tomar fotografías. Pero el recorrido aún no terminaba. Antes de volver al puerto realizamos una parada en la bahía Onelli. Descendimos del catamarán y caminamos unos 100 metros, aproximadamente, por el bosque. Aparecimos en una bahía llena de pequeños témpanos y de fondo, los glaciares colgantes.
El último día antes de partir realizamos el minitrekking, una caminata sobre el glaciar.
Primero recorrimos las pasarelas para observar el glaciar Perito Moreno. Fue algo impactante. Recuerdo muy bien el sonido del hielo al caerse sobre el agua. Era un sonido muy fuerte, pero la parte del glaciar que se caía era minúscula, por lo menos para mis ojos. Es que aunque parezca asombroso, frente al glaciar uno pierde totalmente la dimensión del tamaño.
Afortunadamente esa mañana tuve la oportunidad de ver un desprendimiento mayor.
Después, la caminata sobre el hielo. Teníamos que caminar como patos. Al escuchar a los guías parecía muy simple, pero ni bien moví un pie no me pareció lo mismo. La verdad es que me tenía poca confianza y sentía que en cualquier momento me caería y haría el ridículo.