Pocas cosas pueden ponerme más de mal humor que no ocuparme de comprar leche el día anterior y despertarme y no tener mi café como a mí me gusta. Eso.
Entonces doy vueltas pensando si salgo a comprar o me apuro y desayuno afuera, salgo a comprar o me apuro y desayuno afuera y así en loop hasta que pierdo más tiempo pensando que actuando y me quedo sin café en casa o fuera. Me falta el dedo junto a la boca como la Chiqui. Juro que me transformo en un monstruo bastante parecido al increíble Hulk en versión femenina. Al café no me lo reemplazan ni el mate, ni el jugo de naranja, ni el té, como sugiere el Chico.
- Tomate un té.
- ¿Vos te golpeaste? ¿Cómo se te ocurre? Café, necesito café.
Y este fresquete afuera y toda mi ropa abrigada que ya partió a lo de mamá por el resto del verano y yo disfrazada en sandalias y campera de cuero para un carnaval adelantado. Nunca le emboco con este tema de las temporadas, eh, nunca.