Miramar, una apuesta de 365 días
A 450 km de Capital, el balneario de espíritu familiar crece sin prisa y sin pausa, consolidándose como un destino de todo el año
11 de noviembre de 2012
En Miramar no hay semáforos. Alguna vez hubo uno, sí, pero al final lo sacaron porque daba igual si estaba o no. Los autos avanzan sin prisa, como para no desentonar con el ritmo manso de la ciudad. Y la verdad es que casi todos aquí prefieren apagar el motor y subir a la bicicleta, una sana costumbre que ni el avance del turismo, de los cuatriciclos y de los años mismos logró desterrar.
Lo curioso es que estamos hablando de una ciudad de 37 mil habitantes (que en verano se multiplica a ¡500 mil!), una ciudad con edificios altos, casino, una nutrida agenda cultural y un dato que impacta: en los últimos tres años se radicaron en estas costas un promedio de cinco familias por semana.
"Nunca había pasado, como ahora, que haya que acampar para anotar a los chicos en jardín de infantes", comenta con asombro Carlos Pagliardini, secretario de Turismo de Miramar.
La mayoría de los recién llegados, agrega, viene de Capital y conurbano por un tema de seguridad, seducidos además por la alta calidad de vida del balneario (léase colegios de cuotas bajas, bosque y mar a pasos del centro o cercanía a grandes urbes, entre otros pros).
Desde luego se trata de gente que solía veranear aquí, algunos de primera hora. No es inusual encontrarse con aquellos que venían de chicos, después volvieron con sus hijos y ahora siguen jugando en las mismas playas anchas de siempre, pero con sus nietos.
"Miramar fanatiza y evangeliza. Tiene un público tan fiel que el que viene acá termina siendo un pesado, de esos que tratan de convencer a todos de que éste es el mejor lugar del mundo." Pagliardini habla en serio.
Tan en serio como Bernardo Anastasio Holguín, más conocido como Holguín a secas, cuando dice que acá nació y acá se muere.
"Hasta me ofreció un embajador irme a trabajar con él a Brasil y todo", se ufana este hombre de 75 años y más de 50 guiando turistas a caballo por el bosque de Miramar. "Pero no, qué va. Yo de acá no me muevo." No importa que Miramar ya no es lo que era, continúa, porque él sí que lo conoció cuando el horizonte era apenas un puñado de techos de tejas rojas, dunas sin fin y noches cerradas.
Pero si algo puede reconocerse del inevitable crecimiento de la ciudad es que ésta logró mantener el espíritu familiar que hizo de Miramar su sello distintivo. Hubo cambios, por supuesto, sobre todo en los últimos años: un boom de hoteles y aparts (este verano se suman dos complejos), el primer barrio cerrado (Las Lomas), un polideportivo recién estrenado o la construcción de nuevos edificios (las obras hacia el cielo volvieron después de 18 años, aunque esta vez lejos de la línea de mar). También inauguraciones muy esperadas, como la planta de tratamiento de afluentes cloacales, una moderna terminal de ómnibus y un circuito de 40 cámaras de seguridad, en el casco céntrico de la ciudad.
En esta ciudad de 37 mil habitantes, la gente aún elige la bicicleta sobre el auto
Pero también están aquellos cambios silenciosos, los que no se ven hasta que un día uno se da cuenta, por ejemplo, de que acá también se puede comer muy bien, de que la gastronomía dejó de ser la suprema de pollo con fritas y ahora hay apuestas de nivel. Como las de Romeo, el restaurante gourmet del flamante complejo Van Dyke, o Nanni, que además es el nombre del propietario y chef del restaurante (que empezó a funcionar hasta con las ollas prestadas). A Nanni se lo puede visitar en la cocina para ver en vivo cómo prepara sus platos, entre ellos los célebres ravioles verdes fritos, o esperar al final de la velada, cuando este hombre sencillo y bonachón sale al comedor a saludar y charlar con los comensales.
Otro hit miramarense es el asador criollo La Villa, un quincho en un parque de 3 hectáreas, para comer -asado, lechón, cordero...- hasta decir basta. La mayoría de los clientes que los fines de semana desbordan el lugar son de la vecina Mar del Plata. Aunque parezca mentira se hacen una escapada a Miramar, no sólo para comer bien y a buenos precios, sino también para ver un poco de verde.
Grafitis sí, cortinas bajas no
Pero la idea es que Miramar sea un destino de 365 días. Por eso, además del turismo de convenciones, se ha puesto énfasis en la organización de eventos durante todo el año, desde el torneo provincial de natación hasta la Feria de Ciencias y Tecnología, que por primera se vez se celebró aquí, en octubre último. Sin olvidar uno de los proyectos culturales más destacados: la Bienal de Arte Miramar 2013, cuyo tema central girará en torno de la ecología y el cuidado del medio ambiente.
A propósito del arte, la Municipalidad impulsó, hace un año, otra iniciativa cultural: obligó a los comercios de la calle 21 -paseo peatonal por excelencia- a pintar los frentes de los locales que cierran fuera de temporada. Mejor dicho, artistas, muralistas y grafiteros se encargaron de darle color a las cortinas bajas, con obras que remitieran a la consigna Raquel Forner y su relación con Miramar (en recuerdo y homenaje a la reconocida artista argentina, una enamorada y habitué de Miramar).
El dilema es qué es preferible: si apreciar estas expresiones artísticas, algunas realmente notables, o contar con una larga hilera de negocios abiertos, cualquier día de la semana, en cualquier mes del año.
18 HOYOS SOBRE ACANTILADOS
Si esta misma cancha estuviera en Escocia, nadie notaría la diferencia. No por nada se trata del único links de tipo escocés de América del Sur, diseñado en 1927 por los ingleses Percy & Audrey Boomer. Los 18 hoyos frente al mar y los acantilados, a 4 km de Miramar, se completan con una arquitectura de tipo inglesa que incluye restaurante y clubhouse, hotel (de 100 plazas) y seis casas, también construidos en los años 20. Claro que Cardón, la empresa que hace poco adquirió todo el complejo, renovó y redecoró todas las instalaciones, respetando el estilo y los diseños originales. Además, la firma (la misma de la indumentaria criolla) vendió 300 lotes sobre el golf, en uno de los proyectos inmobiliarios más importantes de Miramar de los últimos años. www.miramarlinks.com.ar
LA CIUDAD POR TIERRA, AIRE Y AGUA
- Nacho Mastrangelo se sube al Cessna 182 como si fuera a dar una vuelta en bicicleta. Tan acostumbrado está a pilotear por estos pagos (se recibió de piloto hace 23 años) que no podría existir mejor guía aéreo para sobrevolar Miramar y la vecina Mar del Sur. En avionetas o planeadores, el aeroclub local ofrece vuelos de bautismo a precios accesibles ($ 320 para tres personas, unos 20 minutos de paseo). Mastrangelo tiene el ojo tan entrenado que hasta descubre ballenas desde el aire. www.aeroclubmiramar@yahoo.com.ar
- Entre la orilla del mar y los campos, Gonzalo Auriti ofrece recorrer la extensa franja de médanos en una 4x4, la única forma de adentrarse en terreno arenoso. De paso, este profesor de manejo y rescatista de vehículos también hará de guía por el Vivero Dunícola, un increíble bosque de 500 hectáreas creado en 1923 (fue el primer vivero experimental de América latina). Y, por qué no, también habrá una parada en el llamado bosque energético, un sector más oscuro de pinos donde muchos creen sentir una energía especial. No es raro ver p-ersonas abrazadas a los árboles o ensayando extraños experimentos con palitos. 0223-155-276273 lalmaritima4x4@hotmail.com
- Pablo Iañez, apasionado del mar si los hay, es guía de pesca embarcada, aunque también ofrece programas en banana y trompo, que hacen furor en verano, y paseos de avistamiento de fauna marina, fuera de temporada. De yapa, Miramar vista desde el mar, una postal ciertamente única. www.embarkdos.com.ar