Mitos y verdades

Los guardavidas de Pinamar reúnen todos las mismas características: son musculosos, llamativos, simpáticos y suelen estar rodeados de bonitas chicas que no pierden el tiempo para entablar una conversación. ¿Mito o verdad sobre sus dotes de conquistadores veraniegos? Por qué no las dos cosas

"Hace 14 años que trabajo en estas playas y las conozco a todas; hablo de las playas, claro. Me gusta esta actividad porque lo más lindo es salvar una vida. Eso no tiene precio", cuenta Raúl Maceiras, de 37 años, que se desempeña en la playa pública donde termina la avenida Bunge. "¿El rescate más complicado? Hace dos años, cuando tuve que sacar a una familia entera. Es que un chico se estaba ahogando y se metieron los hermanos y los padres. La marea los arrastró a todos. Estuvimos 45 minutos en el agua hasta que un compañero logró entrar con un gomón y los salvamos", dice Raúl, que detrás de sus anteojos negros se permite una licencia: disfrutar del desfile femenino ocasional que se advierte por allí.

"Ahora estoy tranquilo, pero al principio uno se desesperaba un poco. Pero como vez, acá no hay ninguna chica que me persiga", dice.

En el partido de Pinamar hay más de 100 guardavidas en los 22 kilómetros de playa. Todos tienen alguna historia particular. Como Facundo Sobrado, de 33 años, y Celeste Cadret, de 27, que vigilan uno de los primeros paradores del norte de Pinamar. Ellos trabajan juntos y son marido y mujer.

"¿Si soy celosa? Nuestros compañeros me vuelven loca, porque cuando me alejo de él siempre anda dando vuelta alguna chica que le pregunta cualquier pavada. Pero después de tanto tiempo, ya conozco los métodos para poner las cosas en su lugar. Además, ya se que ése es el precio que tengo que pagar por tener un marido fachero", dice Celeste.

Facundo también sabe de las desventajas de este oficio. "Yo veo que cuando me voy un rato, los hombres se le acercan. Pasa lo mismo que con las mujeres: preguntan pavadas para entablar una relación".

Los cien guardavidas trabajan desde las siete de la mañana hasta las ocho de la noche, y cobran entre 2500 y 3800 pesos.

"Lo más lindo es estar acá, en la playa", asegura Nicolás González, un guardavidas de Madariaga que trabaja en el parador de Nextel.

El parece vigilado por un grupo de adolescentes. "Dicen muchas cosas de nosotros, pero no pasa nada. Las chicas se acercan a preguntar, pero el trabajo es el trabajo. No me puedo poner a charlar. Igual, acá uno hace de guardavidas, asesor de imagen y hasta de psicólogo. Hasta las mujeres grandes te cuentan cosas. Yo les digo: te escucho 20 minutos y conmigo te ahorrás unos cuantos mangos de terapeuta, ¿no?", asegura.

Juan Manuel Vargas, de 26 años, cubre los francos de sus colegas en el mismo parador. "Si estás libre, podés hacer tu vida; pero cuando se trabaja, nada de distracciones. La responsabilidad es muy grande", cuenta.

Juan Manuel. reconoce que a las chicas les atraen los guardavidas. "Pero me molesta cuando vienen y me preguntan: ¿vos sos el bañero? ¡No somos bañeros! Eso me hace acordar a las películas de Franchella y Dissi. Para ser un guardavidas tenés que estudiar un año y entrenarte todos los días".

Mito o verdad, ellos se ganan la atención de propias y extrañas.

En los 22 kilómetros de playas de Pinamar trabajan más de cien guardavidas. La jornada laboral comienza a las siete de la mañana y se extiende hasta las ocho de la noche. Cobran entre 2500 y 3800 pesos al mes.