Acabamos de llegar recién a la agencia directo del campo. Decidimos salir hoy a media mañana y acá estamos después de devolver llaves y manejar hasta acá.
Nada puede haber estado mejor. Descansamos, hablamos, escuchamos música, leímos y hasta cocinamos. Se nos ocurrió hacer fetuccinis cortados a cuchillo sacando una receta de un libro de la tía de Pedro que andaba por ahí y nos reímos a carcajadas porque yo daba instrucciones como conductora de programa de cocina mientras Pedro se encargaba de retirar las cosas que se iban usando (y de lavarlas).
La verdad es que esta mañana no me quería ir pero el tío de Pedro fue clarísimo con que las puertas quedaban abiertas para cuando queramos volver, ellos no van nunca.
Tengo que confesar algo. Ayer a la noche, cuando estábamos tirados leyendo en el living justo antes de irnos a dormir Pedro se acercó a mostrarme una foto del libro de Mario Testino que estaba viendo (no sé si le gusta tanto Testino o las diosas a las que fotografía). Mientras pasábamos las páginas hubo un momento en el que dijo algo y nos miramos largo y tendido (casi interminable) y ahí me acerqué y le di un beso cortito en los labios y un "gracias por este fin de semana, buenas noches" .
No sé qué hubiese pasado si me quedaba ahí. Mi beso fue demasiado corto como para concluir nada y después salí disparada como Cenicienta a las doce sin siquiera darme vuelta. Esta mañana todo estuvo igual que siempre, desayunamos rápido, cargar nafta, los bolsos, los apurones, la Blackberry haciendo pip cada dos segundos, charla de laburo, Pedro dictando y yo tipeando (pésimo) con la laptop apoyada en mis rodillas y la rutina que invadía kilómetro a kilómetro.
Pero mucho más cerca. Eso lo sé. Lindísimo día en Buenos Aires.