El viernes volví caminando de la agencia. Imposible un taxi, subte menos y los colectivos iban tan llenos que tres 152 seguidos me pasaron de largo (a mí y a una larga cola) como si tuviésemos la peste. Comencé una lenta y larga caminata en plataformas de corcho que terminó a 5 cuadras de mi casa cuando un vecino me vio y ofreció acercarme.
-¿Por qué no me habrás encontrado 25 cuadras antes cuando salí del centro, no?
Y me despatarré riéndome en el asiento muy tentada de sacarme los zapatos y trepar las piernas arriba de la luneta. Mis pies no podían más.
-¿Y por qué me das tan poco bola las 25 veces por mes que te saludo en el ascensor, no? No me dedicás ni media sonrisita, che.
Juro que no supe qué decir, que me agarró absolutamente por sorpresa. Este es el vecino del quinto, el lindo vecino del quinto debería decir, que si mal no recuerdo vive con su rubia novia más o menos hace el mismo tiempo que yo.
¿Seguirá con la rubia? ¿Cuándo fue la última vez que la vi? De repente el portero sabe algo, bueno, mejor no porque es un charlatán y seguro le dice algo. ¿Me está tirando los galgos o es de simpático nomás que lo dice? Si me está galgueando y sigue de novio es un tarado. ¿Será el clásico infiel? Ahora que lo pienso hace un tiempo que no me cruzo con ella…
-Te dejé muda.
Si tan sólo pudiese ver mis pensamientos. Algo aterrador.
-Je. No, no, me quedé pensando... yo siempre te saludo.
-Pero ni una sonrisa. Vos sabés lo que te digo. Andás todo seriecita por la vida.
Entonces se la dediqué ahí nomás y por suerte llegamos a casa y nos distrajimos con el río que corría entre su auto y el cordón, el tema de las llaves y quién tenía la de abajo a mano y que mal que abre esta nueva cerradura que pusieron y la vieja con perros salchicha del octavo que subió con nosotros y para cuando llegamos al quinto chau, gracias, beso en el cachete y ahora no puedo más de la intriga y me quiero pasar andando en ascensor para ver si me lo cruzo.
De repente el extraño del quinto al que nunca registré en mi vida porque venía con rubio accesorio de teta siliconada se convirtió en la razón por la que esta mañana pensé 15 minutos lo que me iba a poner.
Mujeres, que nos dicen.