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Muñeca mala





Hace unos días hice un mal movimiento con la muñeca derecha y me duele horrores. No llegó a quebrarse, pero me cuesta mucho escribir, por ejemplo, y siempre digo que con ninguna de las partes izquierdas de mi cuerpo funciono.
Así que tengo la muñeca mala y el sábado, encima, hice un shooting durante todo el día para una campaña grande sobre la que les contaré más adelante porque por ahora es confidencial. El tema es que tenía que concentrarme para evitar el dolor a toda costa porque además de posar y de ser profesional, los gestos de la cara hablan y el dolor se refleja sin que te des cuenta.
Todo esto me hizo pensar, una vez más, en el cuidado del cuerpo cuando es una herramienta de trabajo, como es mi caso. Y no me refiero sólo al cuidado estético, sino al físico, a lo mecánico, a los huesos, a la piel. A veces no soy tan consciente de que fracturarme un tobillo puede impedirme una pasarela, entonces si estoy en una fiesta salto y bailo con toda la furia trepada a unos tacos de diez centímetros. Porque tampoco se puede vivir sin vivir... ¿Pero, si me fracturo? ¿Si me insolo? ¿Si me indigesto? ¿Si me hago un moretón? ¿Si me corto? ¿Si me engripo? ¿Si...? ¿Si...? Y así el debate va y viene por mi mente y se hace más presente cuando finalmente algo de esto me pasa, que por suerte no es seguido.
Pensamientos parecidos a esas recomendaciones que te dan cuando te estás por casar: antes de la fiesta no hagas nada raro, ni viajes, ni corras, ni comas lo que no solés comer, ni te cortes el pelo, ni respires... Que no te portes como una muñeca mala. Grrrrrrr!

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