-¿El viaje inolvidable?
-El año último estuve en Lyon y París. Fue uno de mis primeros viajes como turista, ya que en general lo hago por trabajo, y por eso fue muy novedoso.
-¿Playa o montaña?
-Campo.
-Carpa: ¿sí o no?
-Ni mamado. Solamente fui una vez, a los 10 años, y prefiero evitarlo todo lo posible.
-¿El mayor pecado de un turista?
-Hacer cola para ir a comer.
-¿El destino más exótico que hayas visitado?
-Calculo que Pekín o Budapest, aunque no sean extremadamente exóticos. A Budapest viajé en 1993 y me sorprendió especialmente el parque automotor. Recién estaban dejando el bloque socialista y los autos más nuevos eran del 60. De Pekín lo que más me llamó la atención fue descubrir que, en realidad, las empanaditas chinas son un invento argentino. Rigurosamente cierto: una mujer de un restaurante muy tradicional de la ciudad, que era fanática de la Argentina, nos dijo que en su local había empanaditas chinas en homenaje a Buenos Aires.
-¿Avión, barco o tren?
-Viajé muy poco en barco, pero es lo que más me gustaría hacer.
-¿Un lugar a donde nunca regresarías?
-Nunca volvería a Atlanta, Georgia, Estados Unidos. También hay destinos que a mucha gente le entusiasmarían y a mí no me motivan. Por ejemplo, Japón. No fui y no me genera ningún tipo de expectativa.
¿Un libro para viajar?
-Como dicen algunos: si hay que llevarse uno, prefiero no irme de viaje. En verdad viajo con varios libros, pero si tuviera que elegir uno sería alguno relacionado con la historia o los orígenes del lugar que voy a visitar, si no lo conozco.
-¿Un viajero ejemplar?
-Darwin.
-¿Dos requisitos de unas vacaciones perfectas?
-La gastronomía y la compañía personal.
Por Gonzalo Bonadeo
Para LA NACION
Para LA NACION
Gonzalo Bonadeo conduce Planeta Bonadeo, ciclo con toda la información de la fecha del fútbol nacional e internacional y del deporte mundial. Los domingos, a la medianoche, en vivo, por Telefé.
DE LAS TURBULENCIAS AL SHOPPING, SIN ESCALAS
"Jamás les tuve miedo a los aviones. En agosto de 1984, se publicó en la tapa de LA NACION una nota firmada por mí donde contaba el incendio en un avión en el que volaba al Abierto de Estados Unidos. Tenía 21 años. Después de la cena estaban dando la película y el avión empezó a moverse raro y hacer mucho ruido. La tripulación comenzó a inquietarse un poquito, hasta que en un momento el comandante anunció que iba a intentar bajar en Manaos (Brasil), porque se había prendido fuego una turbina. Según la tripulación, bajamos bastante de suerte en Manaos. Lo increíble es que mientras se veía la turbina en llamas, todavía en el aire, escuchaba gente que reclamaba que iba a llegar tarde a Miami o no sé dónde. Incluso al día siguiente, el nuevo vuelo salió una hora tarde porque había pasajeros que se habían ido de shopping.
"Aun así, nunca más tuve miedo a los aviones, al menos hasta que el año último, en Sudáfrica, tuvimos un problemita feo viajando de Johannesburgo a Ciudad del Cabo durante el Mundial. A una hora de salir se sintió algo así como cuando el motor revierte la potencia para empezar el descenso. Enseguida, el comandante lo tiró muy de nariz y, en medio de aquel desconcierto, de pronto se abrió la puerta de la cabina y se lo pudo ver con la máscara puesta, mientras hablaba por el micrófono abierto cosas incoherentes. Finalmente fue sólo una despresurización. El tipo había tirado el avión debajo de las nubes para evitar problemas. Fueron 5 o 6 minutos donde todos los que viajábamos tuvimos la misma sensación de que estábamos hasta las manos. A diferencia de la vez anterior, a partir de entonces sí me agarró un poco de miedo a las turbulencias y a los problemas en los aviones."