Hace algunos años, mi padre y yo decidimos recorrer nuestra Argentina con la metodología del turismo carretera. Así, a bordo de nuestra fiel camioneta, recorrimos los miles de km de costa atlántica hasta la ciudad del fin del mundo, las cataratas, El Palmar, Talampaya y Valle de la Luna, la Puna, el delta del Paraná. Pero nuestro mayor anhelo consistió siempre en recorrer la extensa Patagonia cordillerana.
Por fin, 2014 nos dio la posibilidad. Sin más cargamos la chata con carpa, bolsa de dormir, garrafa, reposera y terribles ganas de nutrirnos de aquel paisaje sobre el que tanto habíamos leído y soñado. Partiendo de la ciudad de San Francisco, en el extremo más oriental de Córdoba, nos encaminamos hacia Malargüe, Mendoza, punto clave a partir del cual comenzamos a desandar la ruta 40, columna vertebral del país.
Nuestro primer destino fue el Parque Provincial Copahue, donde se da uno de los más increíbles fenómenos naturales y verdadera sucursal del averno por sus olletas, fumarolas y vertientes de agua sulfurosa y termal.
De allí desandamos el camino hacia el lago Aluminé y su perlita, Villa Pehuenia. Fundada en 1989, resulta un enclave de ensueño dentro de un extenso bosque natural de pehuenes (araucarias). Lo llamativo de este lugar: en el volcán Batea Mahuida, limítrofe con Chile, funciona un centro invernal de esquí explotado por la comunidad mapuche Puel.
Luego continuamos rumbo sur para adentrarnos en el Parque Nacional Lanín, particular por su administración conjunta entre las comunidades mapuches y el Estado nacional. El antiguo volcán maravilla a la vista de cualquiera que se atreva a mirarlo. Y si bien no somos andinistas, nos dimos el gusto de escalar hasta su base. También conocimos el lago Tromen, que por su oleaje bien podría parecer un mar interior, y el lago Huachulafquen, inmensa belleza azul mapuche.
Más adelante, San Martín de los Andes. Prolija, limpia, de gente amable, con sus rosas y sus plazas rodeadas de monumentales especies forestales patagónicas, nos recibió dispuesta a que disfrutemos de los más exquisitos platos regionales.
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Continuamos nuestro andar por el camino de los Siete Lagos, trekking río arriba hasta la cascada Vulignanco incluido. Y llegamos al fin al lugar que nos recordó nuestra adolescencia y los amigos de toda la vida: Bariloche. Con un lagrimón imposible de ocultar visitamos el cerro Tronador, enmarcado por la vasta selva fría o valdiviana. ¡Y qué decir de sus glaciares! Pero tal vez lo que más nos impactó des haber conocido la isla Centinela, en el lago Nahuel Huapi, donde descansan los restos del Perito Moreno, artífice de la política nacional de protección de las bellezas naturales de la Argentina.
Más tarde, Villa La Angostura y un trekking por la península de Quetrihué con un objetivo: visitar el Parque Nacional Los Arrayanes, maravillosa reserva color canela. Más adelante vinieron los parques nacionales Lago Puelo y Los Alerces, en Chubut, el último de ellos esperándonos con un fenómeno único que se revisa cada 70 años: la floración de la caña colihue.
Finalmente nos adentramos en Santa Cruz, conociendo la capital nacional de la cereza (Los Antiguos) y el inmenso lago Buenos Aires, para luego arribar a la capital nacional del trekking: El Chaltén.
Así, luego de 8000 km y la satisfacción de haber cumplido con nuestro sueño, emprendimos el retorno a casa, agradeciendo a Dios y a la vida habernos dado esta increíble experiencia.
María Josefina Armando
El memorial de Ground Zero
Para quien difícilmente se emocione frente a una obra de arte, este monumento es especial. Está muy bien logrado; lo he visitado y pude sentir tristeza y también esperanza.
El duelo sigue ahí. En el lugar exacto donde estaban ambas Torres se presentan ahora dos fuentes que ocupan la superficie de apoyo de lo que eran los edificios. El agua fluye constantemente hacia abajo, es tragada y no puede elevarse. El material elegido para contener el agua parecería piedra natural de color oscuro, todo el perímetro de las dos fuentes está resuelto con hierro en plano horizontal levemente inclinado, donde se han calado los nombres de todos los fallecidos.
Esos nombres no están ni tallados, ni repujados, ni labrados: las placas de hierro fueron caladas. En contraposición se eleva majestuosa la nueva torre, la Liberty Tower, que parece etérea, se pierde en el cielo, está materializada en frente vidriado en todos sus lados, sin otro material a la vista; se reflejan en sus fachadas las nubes, los árboles que crecen cerca, el cielo azul o gris plomizo, según el clima del momento.
Todo el conjunto es monumental: las fuentes nos recuerdan que el final nos espera a todos, la nueva torre que se levanta victoriosa transmite esperanza, lo que vendrá después de nuestro final. Al conjunto monumental actual se sumará el Museo del Memorial cuya apertura está prevista para abril próximo, el mismo museo que funcionaba en la zona cercana al Ground Zero. Recomiendo una visita sin apuro.
Lidia Otero
Compañeros de ruta
China. Busco para julio señora de 50/65 años, buen humor, aventurera, que sepa inglés, que le guste andar en bici y quiera ir de vacaciones a China. Itinerario atípico prefijado. No es excursión: viajesoriginales88@yahoo.com.ar