Para el Guinness: 340 kilómetros, 12 horas
13 de febrero de 2011
Los que salen a la ruta en uno de los días del tan nombrado recambio turístico saben de antemano que suelen ser viajes complicados. ¿Pero hasta que punto? ¿Es lógico tardar 8, 10 o 15 horas para recorrer apenas 340 kilómetros al partido de La Costa? En los últimos veranos lentamente los tiempos se fueron estirando cada vez más, como si la tan ansiada playa se desplazara silenciosamente hacia el Sur.
El 16 de enero salimos hacia Aguas Verdes, bastante más tarde que la mayoría, para precisamente evitar el tránsito de hora pico. Eran cerca de las 14 y la autopista y la ruta 2 estaban despejadas. A pesar de la lluvia y con mucha prudencia, la marcha fue constante.
Llegamos a Dolores cerca de las 18 y, después de transitar unos pocos kilómetros por la ruta 63 hasta empalmar con la ruta 11 en Esquina de Crotto, comenzó el caos.
Supusimos que era por la proximidad del peaje de Gral. Conesa, pero no, los próximos 100 kilómetros serían prácticamente a paso de hombre. Sí, más de siete horas alternando punto muerto con sólo la marcha en primera.
La extensa caravana de autos inmóvil se perdía en el horizonte, casi como una recreación de La Autopista del Sur, el cuento de Julio Cortázar, o peor aún, como el gran embotellamiento de 11 días que hace unos meses se produjo en una autopista china. ¡Temí pasar mis vacaciones en el auto!
Allí, en medio de la nada, porque en ese tramo, que son casi 100 kilómetros hasta San Clemente, no hay nada, pasó de todo.
Autos en la banquina con el capó levantado y humeante, chicos y (también grandes) que reemplazaron el baño por unos pastizales, otros que decidieron bajar las reposeras y mate en mano se sentaron a esperar a que se desate ese nudo que no se sabía ni dónde estaba ni a qué se debía. Hasta un joven muy atlético que se lanzó a correr por la banquina y que, por supuesto, avanzaba muchísimo más rápido que los autos.
En mi auto las canciones del Sapo Pepe y compañía sonaron hasta que por fin mi nene de tres años, después de jugar con todos los chiches que llevábamos para 15 días, comer golosinas y medio kilo de galletitas (no teníamos comida, no pensamos necesitarla) y preguntar 853 veces si ya estábamos por llegar se durmió a las 23... ¡Y todavía nos faltaba más de una hora y media!
Pero sinceramente lo más triste del embotellamiento fue ratificar una vez más lo maleducados e irrespetuosos que son muchos conductores, porque ni de viveza criolla se podría hablar.
Por un lado los que pasan, como debe ser por la izquierda cuando no vienen autos de enfrente... pero cuando todos los demás estamos parados. ¿Qué pensaran, que el resto nos quedamos sin nafta o no nos anda el acelerador? Obviamente, cuando ven una luz de enfrente se meten como sea en el medio de la caravana, ocasionando frenadas abruptas y poniendo en riesgo la vida de todos. Por otro lado, los que directamente deciden avanzar por la banquina, a toda velocidad como en una carrera off road. ¿Les llegará alguna boleta por infracción?
Varios choques, un ómnibus que se descompuso en el medio del camino, etc., etc. Pero no fue un día con pésima suerte: a la vuelta sucedió prácticamente lo mismo
Está claro que la ruta provincial 11, que cuenta solamente con una mano en cada dirección hace tiempo que colapsa en verano y que se necesita urgente una autovía, como los únicos 30 km entre Crotto y Conesa.
Además, cada vez llegan más visitantes al partido de La Costa. Hasta fin de enero, según datos de la secretaría de Turismo local, recibieron 1.350.000 turistas.
En casi 12 horas de viaje, perfectamente hubiéramos llegado a Córdoba, San Luis, Bahía Blanca y hasta, por qué no, Mendoza. Pero nos quedamos en el partido de La Costa, que siempre se difundió como las playas más cercanas a Buenos Aires, algo que, por cierto, está en duda.