El 26 de junio de 2008, unos 1500 VIP fueron invitados a una fiesta de título por demás provocativo, si se tiene en cuenta su locación en uno de los hoteles palaciegos más representativos de París. El lugar, Le Royal Monceau. El nombre del evento: Fiesta de la... ¡Demolición!
Se trataba, justamente, de celebrar (con música, champagne, instalaciones, performances y... picos) el inicio de las obras para aggiornar al prestigioso hotel en el que supieron hospedarse Maurice Chevalier, Walt Disney, Coco Chanel, Ernest Hemingway, Joséphine Baker, Ho Chi Minh y Golda Meir.
Dos años y medio después, el hotel en el 37 de la avenue Hoche (octavo arrondissement) reabrió sus puertas y sacudió la hotelería de lujo parisiense. Es que sus nuevos responsables, el magnate francés Alexandre Allard y el grupo asiático Raffles, hicieron una apuesta fuerte, que incluyó encargarle toda la decoración del proyecto a Phillipe Starck. "Nunca Starck se involucró tanto con un hotel -asegura Alexandre Bompieyre, gerente de ventas del hotel-. Y lo mejor es que logró un diseño que es contemporáneo sin ser moderno. Trabajó como un buen equilibrista: siempre jugado, pero sin caer para un lado ni para el otro."
Entre otros cambios, las 250 habitaciones históricas se redujeron a 149; se incorporó la piscina cubierta más grande de París; se completó un spa de 1500 metros cuadrados; se sumó la línea de amenidades My Blend, con cremas personalizadas para los clientes del hotel, y se comenzó a ofrecer el servicio de art concierge , para asesorar y acompañar al huésped interesado por los recovecos de la escena artística parisiense. Además de magnate, Allard es un reconocido mecenas, y el Royal Monceau tiene mucho de su inclinación por el arte.
¿Que el problema de un lugar así es que no admite niños? Prejuicios... "Somos absolutamente amigables con los niños -afirma Bompieyre-, somos el primer palacio con Kid's Club." No por nada la tarifa promedio, por noche, es de unos 700 euros.