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Perú: el camino del moche

Viaje entre momias increíbles y gastronomía de alto nivel para conocer detalles de una cultura que precedió a la incaica y también la inspiró; obras de arte, templos antiguos y excelente cocina




CHICLAYO.- La ansiedad crece con el paso de las horas: todos quieren ver a la Dama de Cao. Una mujer hermosa, dicen, que ha resistido el paso de los años. Muchos años: 1600, o tal vez más. Era muy joven cuando fue momificada y, como gobernadora de los mochicas, su tumba quedó rodeada de objetos sagrados, guardianes y metales preciosos. Por su estado de conservación, los tatuajes que cubren su cuerpo y por ser la primera mujer de tan alto rango encontrada en excavaciones arqueológicas, su hallazgo, en 2006, fue uno de los más asombrosos de América y es comparado nada menos que con el de Tutankamón.
Que no dejan entrar cámaras, que no es seguro que podamos verla, que se necesita un permiso de ¿la National Geographic? Sí, también en arqueología hay derechos de exclusividad. Pero aún no está nada definido; será cuestión de esperar unos días para saber (o no) si es cierto todo lo que dicen de ella.
La ciudad de Chiclayo, a 770 kilómetros de Lima, es un buen punto para aprovechar la espera y, sobre todo, para conocer detalles de una cultura milenaria que no sólo precedió al pueblo inca; también lo inspiró, sobre todo en su arte. El lugar para comenzar es entonces el Museo Tumbas Reales de Sipán, un sitio imperdible de una ruta moche cada vez más promocionada, sobre todo por entidades oficiales de turismo que, mientras mantienen el slogan El país de los inkas en toda su folletería, procuran desviar un poco las miradas sobre Cuzco y Machu Picchu, que ya reciben suficientes turistas.
Al museo, desde el centro de Chiclayo, lo más cómodo es ir en taxi. Cuesta cerca de diez soles -el valor del sol es casi igual al del peso argentino-, aunque hay que ponerse de acuerdo con el conductor. Como en todo Perú, los taxis no tienen reloj, así que buscar información sobre el costo de cada recorrido antes de hacerlo es una buena medida.
También se puede ir en chufi , o moto-taxi, típico transporte local que lleva hasta dos pasajeros en un acoplado con techo de lona. Otras opciones son las combis azules que salen de Angamos y Vicente de La Vega (un sol por persona) y los ómnibus que van hasta Lambayeque, desde la plaza Díaz Aguirre (1,50).
Los mochicas (o moches) vivieron en el norte de Perú, sobre la costa, entre los siglos II y VIII. Se estima que el Señor de Sipán murió unos 300 años después de Cristo y fue sepultado junto con sus dos mujeres, sacrificadas para acompañarlo en la tumba, y guardianes con pies amputados (se los cortaban para que no abandonaran el lugar).
Alrededor del cuerpo se encontraron cientos de magníficas piezas de cerámica y metales preciosos (ver recuadro), que se exhiben en el museo junto con las momias de Sipán y otros dos hombres poderosos: un sacerdote y el Viejo Señor de Sipán, que también gobernó a parte del pueblo.
Pero no todos los objetos encontrados están aquí; muchos fueron robados. Como en gran parte de los hallazgos arqueológicos, los que llegan primero a la zona son representantes de una de las profesiones más antiguas del mundo (se dice que es la segunda, después de la prostitución, pero junto con el espionaje). Ellos son los huaqueros , o ladrones de tumbas. "Estamos en lucha permanente contra el robo de estos objetos de arte. Para preservar y conocer nuestra historia es fundamental seguir generando conciencia no sólo sobre el robo de estas piezas, patrimonio del Perú y de la humanidad, sino también sobre la compra", dice Walter Alva, director del museo y responsable de las excavaciones desde que, en 1987, fue alertado por la policía sobre el saqueo.
La llamada llegó cuando una pelea entre mafias, por dos bolsas con oro encontrado allí, costó algunas vidas. Alva se hizo cargo entonces de lo que sería uno de los mayores descubrimientos del país, en una historia que, muy pronto, será llevada al cine. La película "El Señor de Sipán" se empezará a filmar en junio y mezclará historias propias de los moches con la aventura del hallazgo. El guión fue escrito por el propio Alva.
El lugar, conocido como Huaca Rajada, donde fue encontrado el Señor de Sipán está a 35 kilómetros de Chiclayo. Es un complejo arqueológico que exhibe reproducciones en los mismos pozos excavados. Lejos del atractivo de los elementos verdaderos, permite contextualizar los hallazgos entre colinas de tierra que son también sepulcros, aún no explorados.
En la entrada del complejo hay puestos de artesanías, donde además de souvenirs se ofrecen "piezas originales", según una señora que muestra pequeños objetos de una bolsa que tiene a mano, e invita a pasar, disimuladamente, a un cuartito con supuestas vasijas milenarias. Originales o no, lo cierto es que la oferta se hace en las narices del mismísimo Señor de Sipán. Según datos oficiales, se estima que unas 20 mil piezas arqueológicas salen del Perú cada año.

Delicias del mar

Antes de partir hacia Trujillo, ciudad rodeada de huellas moches y también chimús -el pueblo Chimú habitó la zona entre los siglos X y XV-, una buena opción es aprovechar la cercanía de la costa para tirarse un rato al sol. Frente a olas altas y prolijas, más tentadoras para surfers que para veraneantes (aunque en enero y febrero se llena de gente de Lima y alrededores), la playa de Pimentel es el lugar indicado. También para disfrutar de la comida norteña, que es de las más reconocidas de Perú.
En la costanera hay más de diez restaurantes, con especialidades como la tortilla de raya o camarones, la orgía de mariscos (una picada) y el enrollado con pulpa de cangrejo. El menú marítimo es muy variado, y así como algunos escriben ceviche y otros cebiche , su preparación también depende de la mano de cada cocinero. "El secreto está en el tiempo que tarda el pescado en llegar a la mesa. Si es fresco, siempre va a estar muy rico", asegura Rutilio Gonzales, dueño y cocinero de la cebichería Los Percebes. Desde su local puede verse, pasado el mediodía, la llegada de los caballitos de totora , unas canoas hechas de juncos que son parte esencial de la cultura de la zona. Estas embarcaciones se usan en la zona hace unos tres mil años. La carga del día se vende primero en la playa, a los lugareños que buscan pescado fresco para preparar cualquiera de las delicias de la zona.

De barro o con balcones

A juzgar por todas las paredes que se ven camino a Trujillo, el país vive en campaña política. Pero no es así. Las pintadas que cubren los pueblos presentan candidatos nuevos, pero también de antaño. Los nombres de cientos de postulantes y decenas de partidos pueden leerse a lo largo de los 209 kilómetros de ruta desde Chiclayo.
La ciudad de la eterna primavera conserva el estilo colonial propio del Perú, con balcones de madera como uno de sus mayores símbolos. En forma de cajón y con diseños variados, estos espacios colgantes cuentan con celosías, el sistema de ventanas creado para evitar problemas de celos: la idea era que las mujeres pudieran mirar hacia el exterior, sin ser vistas desde afuera. La mayoría de los balcones se encuentra sobre la plaza principal, rodeada de casas muy bien preservadas.
Desde Trujillo se llega a las Huacas del Sol y la Luna, el más imponente santuario religioso, donde se puede recorrer una de las pirámides. El arte de los moches está plasmado en las paredes, en varias capas: las pinturas eran tapadas por ladrillos, una y otra vez, de manera que debajo de los muros que están a la vista hay otros aún sin descubrir.
A la espera de la combi para ir hacia Chan Chan, la ciudad de barro más grande del planeta, según la Unesco, aparece un animal en peligro de extinción, que suele ser cuidado cerca de los centros arqueológicos para que el turista pueda conocerlo. Es el perro peruano que, pelado y lejos de ser el animal más lindo del mundo, atrae por su exotismo. Declarado patrimonio nacional, él es el guardión de cada lugar turístico.
Una vez en Chan Chan, capital del pueblo Chimú, uno se encuentra con paredes, calles y amplios espacios decorados que permiten imaginar la organización política y religiosa de un lugar que, según los arqueólogos, pudo haber tenido cerca de 100 mil habitantes.

La Dama espera

Se ve mucha gente joven en Trujillo. Es una ciudad amistosa y tranquila, aunque también ruidosa. Sobre todo por los automovilistas que, igual que en Lima, son fans de la bocina. La usan cuando llegan a cada esquina, por si viene otro auto, y cuando alguien está por cruzar. Los taxistas tocan bocina para ofrecer su servicio, apenas ven a un transeúnte que amaga detenerse. Un compañero de viaje opina que, en Perú, las casas de las esquinas deben ser las más económicas. Será cuestión de averiguar. Pero ahora no hay tiempo: la Dama del Cao nos espera.
Ya está lista la autorización de National Geographic. Era necesaria, explican, porque la revista a través de su fundación tuvo participación directa en la excavaciones. Así que vamos hacia el complejo El Brujo, donde está Cao Viejo. Allí se encontraron los restos de la mujer, envueltos en vestidos que se conservaron de manera increíble, igual que los elementos que la rodeaban. Estas piezas están en un laboratorio en el mismo complejo, igual que la momia, que será exhibida al público en junio.
Sin cámaras y en grupos de cuatro personas podemos finalmente pasar. El cuerpo tiene tatuajes de serpientes y arañas, aún coloridos. La piel está intacta. Los dedos de pies y manos también son perfectos. Era una reina. Ninguno del grupo ha visto en su vida, tan de cerca, algo parecido.
Por Martín Wain
Enviado especial

Un pueblo guerrero y de grandes artistas

El hallazgo de tumbas reales en el norte peruano no sólo ayudó en gran medida a recomponer la historia del pueblo moche; también permitió conocer lo mejor de su arte. Las momias de gobernantes y líderes religiosos estaban cubiertas por cientos de impactantes piezas de oro, plata y piedras preciosas, como increíbles narigueras, aros y collares. También vasijas de cerámica con motivos figurativos: mezcla de personajes reales y demonios que representan escenas de la vida real -cacería, pesca, combate, sexo- y la mitológica.

Datos útiles

Cómo llegar

Hay pasajes aéreos de Buenos Aires a Lima desde 320 dólares, más impuestos. Taca, Aerolíneas Argentinas y LAN son algunas de las compañías que ofrecen el viaje. Por LAN hay vuelos a Chiclayo, con conexión en Lima, por 567 dólares. Las tasas internacionales cuestan 18 y 30 dólares en los aeropuertos de Buenos Aires y Lima, respectivamente.

Dónde parar

  • En Trujillo: Gran Hotel El Golf (cinco estrellas), en Los Cocoteros 500, El Golf, a 15 minutos del centro; (5144) 282515. El Gran Marquez (tres estrellas), en Díaz De Cienfuegos 145. Hotel Los Conquistadores (tres estrellas), en Diego de Almagro 586; (5144) 203350.
  • En Chiclayo, el Gran Hotel Chiclayo, de cuatro estrellas ( ww.granhotelchiclayo.com.pe ) se encuentra en Avda. F. Villarreal 115; (5174) 234911.

Otras actividades

  • El Museo de Arte Moderno de Trujillo fue inaugurado en noviembre último, con más de 70 obras; entre ellas, las del reconocido peruano Gerardo Chávez, su fundador. Está en el kilómetro 5 de la carretera a Laredo.
  • La visita al complejo arqueológico El Brujo puede complementarse con un recorrido por una destilería. El extraño paquete, La ruta del Brujo y el ron , es ofrecido por la empresa que elabora el ron Cartavio. El plan es conocer el proceso de elaboración, y comer finalmente platos elaborados a base de ron. Más información, en: www.du.com.pe .
  • El caballo de paso peruano es un símbolo nacional, y la marinera un típico baile de Trujillo. Cerca del centro, en Fundo Palo Marino, puede presenciarse un espectáculo que complementa ambas actividades; (5144) 245935.

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