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Piedras encendidas en el atardecer de La Fortuna

Dos volcanes convocan multitudes en territorio tico. Mientras el Arenal sorprende cuando empieza a caer el sol, el Poás, también activo, es el más visitado




LA FORTUNA.- Vea lava esta noche , anuncian los carteles en puestos de turismo que rodean la plaza principal. "See lava, see lava", repiten los vendedores, hasta notar que no somos norteamericanos, como la gran mayoría, ni europeos, en auge por la zona.
Apenas uno baja del ómnibus, ellos ofrecen el tour más económico para disfrutar del principal atractivo de la región: el volcán Arenal. Si bien la montaña se ve desde cualquier rincón de la ciudad hay que ir hasta el otro lado de la misma para tener la mejor vista del cráter activo.
Así que, por 10 dólares, uno puede subir a una de las combis que, desde las 19, parten hasta un mirador, a 45 minutos del pueblo. Pero hay otras opciones que irán surgiendo con las horas: son las 9 y quedan muchas propuestas por escuchar.
Los primeros que se ofrecen como guías personales son los taxistas. En cinco minutos de viaje hasta el hotel -en las afueras del pueblo, como la mayoría- el chofer despliega su propia oferta turística. Como el viajero suele quedarse sólo una o dos noches, las propuestas unifican la visita al volcán y unas horas en aguas termales, segundo gran argumento de esta región que, con esta dupla, logra competir con las hermosas playas costarricenses, quitándoles turistas por algunas horas.
El taxista redondea su pack : viajar hasta un hotel con piletas termales, para disfrutar allí al menos dos horas e ir luego hasta el mirador (el mismo de las combis, en El Castillo), regresando cerca de las 22. Todo por 60 dólares, sin el ticket de las piscinas.
En el segundo taxi -es la única forma de ir y venir del hotel al centro-, el conductor ofrece un plan distinto: pasar por las aguas termales antes del anochecer, comer luego en un restaurante con vista al cráter, alrededor de las 19.30, para mirar la caída de lava en plena cena (imposible volver a la luz de velas después de eso) y retornar a las piletas calientes a última hora, aprovechando que los pases son diarios. El paquete es de 50 dólares y tampoco incluye el ingreso al complejo. Ni la cena, claro.
Como el día está muy nublado, la opción elegida es ir -también en taxi, por 4 dólares- al hotel Baldi, que tiene 25 piletas y es la alternativa termal más económica. En el lugar, la entrada cuesta 28 dólares, pero en oficinas de turismo que rodean la plaza se consiguen a 18.
Llegar a las 16 es una idea desacertada: las nubes se abren de golpe y, si bien hay tiempo para ir más tarde hasta el volcán, el problema ahora es el calor. Difícil es entrar en aguas de 32 a 67°C; no tiene gracia, incluso quema. Por suerte, algunas de las piletas están cubiertas por árboles y otras incluyen sectores fríos.
Cerca del atardecer se empieza a disfrutar del parque. El entorno tropical ayuda a relajarse, salvo en la piscina que tiene bolas de espejo colgadas sobre ella, y música a un volumen admirable. Pensados para bañarse de noche, estos complejos suelen estar abiertos hasta las 22, de manera que uno puede volver, por ejemplo, después de ir hasta el mirador en la combi de 10 dólares, que es la primera excursión contratada.

Rojo furia

Con unos 1650 metros sobre el nivel del mar, el volcán Arenal cambió por completo la cotidianidad de la región en 1968, cuando su despertar les costó la vida a cerca de 90 personas. Las explosiones arrasaron bosques y comunidades agrícolas, y desde entonces se mantiene activo, con movimiento de coladas de lava que se alternan con períodos de erupciones cargadas de gases, vapores y cenizas. En 1999 fue su último gran movimiento hasta ahora.
El mirador es en rigor un puente, en medio de un camino de tierra. Unas treinta personas esperan a un costado del río, en la oscuridad, alguna señal del Arenal, que apenas se distingue a la distancia. Como todo espectáculo natural, el éxito de la excursión no está garantizado, es cuestión de suerte. Pero en pocos minutos logran verse unas pequeñas bolas de fuego que caen por una de sus laderas, y luego otras... Cinco, seis en total. Parece increíble, pero está demasiado lejos.
Entre la gente, el chofer comenta bajito, recién ahora, que es mucho mejor contratar la excursión por el Parque Nacional Arenal, para ver realmente la caída de piedra encendida.
Esta excursión cuesta unos 20 dólares por persona y es la propuesta indicada. Por un bosque cerrado, pero bien delimitado, se llega luego de caminar media hora hasta una zona de piedra volcánica, ideal para esperar allí el atardecer frente al cráter activo, lo suficientemente cerca como para ver cada movimiento.
A medida que oscurece empieza a notarse el rojo encendido de la piedra que lanza la montaña. La imagen resulta asombrosa, al igual que el sonido de las rocas, que se escucha mejor aún en el camino de vuelta, por el mismo bosque, ahora con linternas.

Cerca de San José

El volcán más visitado en Costa Rica es el Poás, por encontrarse muy cerca de la capital. También activo, la posibilidad de verlo es diferente, ya que los visitantes no se ubican al pie de la montaña, sino en un sector aún más alto que el cráter.
Hasta el Parque Nacional Volcán Poás se llega en ómnibus de la línea Tuasa, desde el centro de la ciudad. Frente a la plaza principal está la estación de donde parte un micro cada mañana, a las 8.30.
Con unos 2700 metros de altura, desde 1989 ha incrementado la emisión de gases. Tiene dos cráteres. El principal, de 1,5 kilómetros de diámetro, ofrece una laguna caliente que puede verse si todo se despeja. El segundo cráter es asiento de la laguna Botos, de agua fría y origen netamente pluvial.
El parque se puede recorrer en dos horas, aunque descansar frente a la laguna es una opción que alarga la visita. Si uno lleva vianda, éste es el lugar ideal para almorzar, ya que hacerlo frente al cráter principal no es, por la cantidad de gases, lo más recomendable.

Datos útiles

Cómo llegar

  • De Buenos Aires a San José, por Copa, cuesta 943 dólares, más 110 de impuestos totales.
  • Hay ómnibus hasta La Fortuna desde la terminal La Coca Cola, en San José. El viaje es de 3 horas, aunque se puede extender. Si bien el transporte público en el país es muy económico (ningún tramo cuesta más de 5 dólares), es bueno informarse sobre la cantidad de paradas, ya que algunos viajes tardan más de lo esperado.

    Hay cada vez más empresas privadas que hacen los tramos turísticos en combi, con tarifas de US$ 30 a 50.
  • Hasta el volcán Poás, desde San José hay que tomar un ómnibus a las 8.30 en la terminal Tuasa.

Dónde comer

  • La Fortuna: La Choza de Laurel , comida típica a 5 minutos del centro, camino al volcán. La Parada , frente a la plaza principal, platos típicos, frescos y muy económicos.

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por Redacción OHLALÁ!


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