No saben lo que fue esta semana en el trabajo. Bueno, lo que están siendo estas semanas en realidad. Espero poder regularlo un poco porque no se imaginan la palma que tengo.
Los chicos llegan mañana. La verdad, se van a encontrar una madre tanto mejor de lo que yo creía.
Estos días fueron decisivos para la etapa que estoy transitando. Yo estaba convencida de que me iban a pegar para atrás, y sin embargo me sirvieron. Un poco para darme cuenta de que puedo conmigo misma, otro poco para profundizar la convicción de que separarme de Nicolás es lo que tengo que hacer.
Ayer a la noche fui a tomar algo a un lugar de Palermo. La pasé bien, muy bien. Fui con una amiga que a su vez tiene un amigo de trabaja ahí.
Nos sentamos en la barra porque no había ni un lugar. Tomamos unos tragos y hablamos como cotorras.
Cuando llegó la hora de irnos, viene este chico a saludarnos y me nos dice "ustedes no pueden irse manejando así!" (estábamos con el auto de mi madre, que me lo dejó toda la semana, y bueno, luego de 3 o 4 tragos, no es que nos arrastrábamos por el piso, pero tampoco éramos de una lucidez ejemplar) "yo las llevo".
Para qué?
Nos subió, a mí de copiloto, a mi amiga atrás, me dijo "abrochate el cinturón".
Primero pasamos por la casa de ella, chau chau, mañana hablamos.
Después enfilamos para la mía. Llegamos, entró el auto. Lo apagó, me bajé (todo en silencio, eh?), lo cerró, me dio las llaves y "bueno, yo me tomo un taxi, que descanses". Beso y a otra cosa.
Me quedé como en una nube. Saben cuánto tiempo hace que no me cuidaban así?
Qué amor de hombre!
Saben qué temo? Enamorarme muy pero muy rápido de alguien como él. Caer rendida ante los pies de atenciones así.
Anoche me di cuenta de que necesito amor. Como todos, no?
Pero un poco más desesperadamente.