Obra de la casualidad: hace una semana, una joven australiana recién llegada -Annette Bugni-, hija de padres argentinos, vivió, sorpresivamente, la mayor aventura de su vida al ser agasajada en su paso turístico por Buenos Aires, pero a un centenar de kilómetros de la City: fue invitada -y audazmente aceptó- a lanzarse en caída libre desde 8500 pies de altura a 250 kilómetros por hora durante 25 o 30 segundos, para luego, más suavemente a expensas de la apertura de un paracaídas biplaza, gozar de un vuelo inolvidable durante cinco placenteros minutos. En realidad, sólo había sido invitada a comer en un sencillo y recientemente inaugurado comedor de campo -La Pulpería- en medio de la llanura bonaerense y a un paso del Aeroclub Puerto Chenaut.
Sucedió luego de sentarse junto a familiares en una mesa entibiada con auténticas empanadas cortadas a cuchillo y que la gente de campo come parada, con las piernas muy abiertas, por lo jugosas, claro (otros, allí y en idéntica pose, juegan al pool). Pero Annette Bugni, que conoce lo criollo porque su padre tiene la única parrilla argentina en Sydney, continuó su almuerzo, aunque empecinadamente vegetariano, sin sospechar lo que sucedería después.
Del tiempo de la pulpera
Para cumplir la dieta sin carnes en La Pulpería, Annette recurrió a unas suculentas porciones de torta pascualina que cocinó Mabel y sirvió su marido, Julián Alzugaray, dúo matrimonial concesionario del nuevo local de comidas al estilo minuta, y donde se almuerza por 7 pesos promedio, desde pastas caseras hasta inmensas milanesas de ternera. El recientemente habilitado comedor, que funcionará para almuerzos y cenas durante todo el año, sencillo pero que evoca con una verja de mostrador a los antiguos boliches de la campaña, complementa al vecino comercio de elementos de campo y veterinaria, conjunto que tomó el nombre de la zona -Puerto Chenaut- y que, en el kilómetro 22 de la ruta provincial 193 que también lleva tanto a Zárate como a los puentes del complejo ferrovial Zárate-Brazo Largo, resulta el mojón harto visible del Aeroclub Puerto Chenaut.
La aventura de Annette comenzó cuando, tras el almuerzo, sus anfitriones le mostraron las instalaciones y el hangar donde funciona Skydive, la escuela de paracaidismo, casualmente habilitada al mismo tiempo que La Pulpería, y aceptó la propuesta de un lanzamiento en paracaídas de bautismo.
Malte Onvlee, director de la escuela Skydive, que funciona allí todos los sábados y domingos desde las 9 hasta la caída del sol (informaciones por el 15-439-8700), instruyó a Annette en el breve curso que serviría para la aventura y la proveyó del arnés que la uniría al instructor durante la caída libre, además de unas antiparras que protegerían durante el vertiginoso descenso comandado hasta el sacudón de la apertura del paracaídas. A la avioneta, además del piloto y una tía de Annette, subió también el cameraman y paracaidista Dany García, con su casco y cámara fotográfica adosada, y su videograbadora. Todos treparon con el Cessna 206 durante 15 minutos con vistas del paisaje del Paraná, y las poblaciones de Capilla del Señor, Zárate, Campana y los grandes puentes que acceden a Entre Ríos. Luego llegó para la protagonista principal el salto, la emoción de flotar en el aire, y ser un pájaro breve y no tan ágil, para una vez en tierra, finalmente, intentar describir lo indescriptible.
Los enganchados, a clase
La experiencia cuesta 150 pesos, el video 60, y las fotografías, según la selección. Un pasajero amigo o familiar puede hacer el viaje como tripulante por 25 pesos (los vuelos de bautismo también se concretan allí en un PA11 a 35 pesos por 25 minutos de vuelo; reservas al 0323-91825).
Un curso de paracaidismo de la escuela Skydive supone hacer dos clases teóricas en Buenos Aires y 20 saltos -los primeros en biplaza con el instructor- en el Aeroclub Puerto Chenaut durante dos meses y cuesta 650 pesos el primer mes y 550 el segundo. Se puede complementar con curso de caída libre acelerada de 10 saltos en 20 días, mientras que los ya graduados como paracaidistas deportivos pueden lanzarse por sólo 25 pesos. En el lugar también funciona la escuela de parapentes remolcados Cielo Líquido.
Todo lo recluta un campo del establecimiento agropecuario Santa Brígida, 700 hectáreas de lo que fue un área mayor, y que en otros tiempos solía visitar el general Julio A. Roca. El propietario actual, José Simiele, dedica el lugar a muy especiales razas de ganado lanar y habilitará una muestra permanente. Su predilección también bautizó gráficamente al aeroclub con un logotipo angelical: un cordero alado.
Se llega por la ruta Panamericana, ramal a Zárate, con peaje (1,30 peso) hasta la ruta provincial 193 de acceso al complejo ferrovial Zárate Brazo Largo, pero que se toma en dirección contraria, o se sigue por la Panamericana hasta el acceso a la ciudad de Zárate (cruce donde funciona el aeroclub de la ciudad litoraleña y también una escuela de planeadores y vuelo aerostático). El acceso se toma hacia Solís, o sea en dirección hacia la ruta nacional 8. Las dos posibilidades carreteras se juntan en la localidad de Escalada y, si se toma la primera, suma 18 kilómetros desde la Panamericana. Puerto Chenaut, que tomó el nombre de la estación del ferrocarril que homenajea a Indalecio Chenaut, un ingeniero francés, es una zona que carece de agua-puerto, pero embarca ganado. Junto al aeroclub nace una ruta pavimentada que lleva hasta Andonaegui, y pasa por una visitable pulpería del siglo pasado -Los Ombúes- hoy almacén.
El vuelo exitoso, la alegría y emociones familiares de Annette están en un video y algunas fotografías que recalarán muy pronto en Sydney, muy lejos de las empanadas y los saltos de Puerto Chenaut.
Francisco N. Juárez