No hago más que chatear con el vecino.
Incansablemente.
Pero no nos vemos.
Nunca.
Empezó light, charlita tranquila. Siguió por horas, más intenso. En algún momento creo que se me estuvo por ir de las manos, digamos que se puso un poco más hot pero me arreglé para desviar el tema (aunque no del todo). ¿Qué tenés puesto? Es el comienzo del fin, todo termina en cualquier cosa. Yo eso ya lo sé. A mamá mona con banana verde no. Lo raro era que chateábamos a pisos de distancia y en ningún momento sugirió encontrarnos, salir a comer algo, tomar un trago por ahí, seguir la charla cara a cara más no sea. Después de todo era un sábado a la noche. Pero yo tampoco lo propuse, claro. Soy una cobarde.
Al final, el domingo a la mañana me desperté reventada después de haber estado frente a la pantalla hasta las 3 y pico de la mañana. Un disparate sin sentido. Reventada y de mal humor que se me pasó recién a la noche viendo los Oscars. Me gusta que la Argentina gane premios. Me gusta Jeff Bridges y se lo hubiese dado antes, tanto antes. Me gusta más todavía que una mujer directora se lleve uno.
Y que un ex marido aplauda desde la butaca.