¡Buena mañana!, ¿cómo están?
Ayer, entre la polémica, de lo que se estaba hablando era de servicio, ¿no? Algunas sentían que la propuesta era insuficiente, otras que podía ser inspiradoras, otras se sentían convocadas, y otras simplemente criticaban, pero todas coincidíamos en algo: dar una mano es genial.
No es casual que cuando uno habla de dejar de mirarse el ombligo para hacer algo por los demás, la mente se despierte, quiera opinar, y de batalla. Sin embargo, ¿qué es hacer servicio? Es dar sin esperar nada a cambio, es una actitud cotidiana que te inspira a preguntarte: ¿qué puedo hacer por el otro? No necesariamente es meterse en una villa y convertirnos en madres teresas de Calcuta, ni armar únicamente la caja navideña a fin de año, ni juntar ropa para Caritas cuando el placard está lleno. Si no que es una actitud de vida, es ver en cada momento dónde soy necesario. Tenemos tantas habilidades que reservarlas solamente para la familia y el trabajo, parecería un desperdicio.
"¿Qué puedo hacer por vos?", es mi lema en la vida. Claro, se activa cuando yo estoy bien, me siento alegre y fuerte, si no es imposible ocuparme de otro. Por eso, hago yoga, respiración y meditación, para estar yo más disponible.
Servicio no es hacer una ecuación mental, vos me diste tanto, entonces yo te voy a dar otro tanto, es la convicción de que me entrego por tu propio bien. Y, paradójicamente, aunque no estés esperando, uno es el que más se lleva.
Ayer las leía a todas, las Dr. House, las fans de Tomátelo con soda, las recién llegadas, las amigas del alma, y agradecía que más allá de las diferencias compartiéramos el gusto por hacer el bien. En fin, no nos queda otra, está en nuestra naturaleza.
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Les propongo hoy que me pasen datos de lugares para hacer servicio. Como sabrán yo soy voluntaria en El Arte de vivir, y ese es uno de los espacios donde doy cauce a mi capacidad de dar. Cuéntenme cuáles son los de ustedes.
Lindo miércoles.